La Ciencia Espiritual Pura
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El humilde sabio iluminado por el saber puro ve con los mismos ojos al noble guía espiritual erudito, al hombre, la vaca, el elefante o incluso al perro y al que come perros.

El sabio no distingue entre las castas o clases sociales, entre las razas ni entre las especies vivas. En una perspectiva social, el guía espiritual se puede diferenciar del mendigo, igual que, desde el punto de vista de las especies, el perro, la vaca y el elefante son diferentes, pero estas distinciones corporales no tienen ninguna importancia para quien se establece en el verdadero conocimiento. Al saber que el Señor Supremo están presente en el corazón de todos los seres bajo la forma del Alma Suprema, Su emanación plena, ve a cada uno de ellos con relación al Absoluto. Ahí está el verdadero saber. El Señor es igualmente bueno con todos los seres porque los trata como amigos sin importarle su cuerpo. El alma individual solo está presente en un solo cuerpo específico y es consciente de su cuerpo único, mientras que el Alma Suprema está presente en todos los cuerpos y es consciente de cada uno de ellos. Quien tiene consciencia de Dios posee un conocimiento que le permite darse cuenta de la magnitud de estas verdades. Como verdadero erudito ve a todos los seres con los mismos ojos.

Aquel cuya mente se mantiene siempre constante ya ha vencido el nacimiento y la muerte. Sin descanso, igual que el Señor Supremo, ya ha establecido su morada en Él.

La ecuanimidad es una señal de realización espiritual y los que la adquieren triunfan sobre las condiciones de la materia (más concretamente, del nacimiento y de la muerte). Mientras el hombre se identifique con su cuerpo, tiene que sufrir el condicionamiento. Pero en cuanto desarrolla la ecuanimidad, esta igualdad de alma que procede del descubrimiento de su identidad espiritual, se libera del sometimiento a la materia y podrá, entonces, entrar enseguida en el mundo espiritual en el momento de la muerte sin tener que volver a renacer en el universo material.

El Señor no está sometido a la atracción ni a la aversión, no tiene debilidades. Además, cuando el ser distinto se libera de la dualidad atracción-repulsión deja también de tener debilidades, cualificándose así para entrar en el mundo espiritual. Tiene que ser visto como ya liberado.

Quien no disfruta con las alegrías ni se aflige con las penas, aquel cuya inteligencia está centrada en el alma, quien no conoce la perdición y posee la ciencia de Dios, ya ha trascendido la materia.

¿Cuáles son los rasgos característicos del ser que ha descubierto su identidad espiritual?

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