En verdad, nadie me conoce como soy.
Solo a través del servicio de devoción me pueden conocer tal y como soy.
Sabe que de todas las cosas de este mundo, tanto materiales como espirituales, Yo soy el Origen y el Fin. Ninguna verdad es superior a Mí. Todo reposa en Mí, igual que las perlas en un hilo.
Yo soy el sabor del agua, la luz del sol y de la luna, la sílaba om de los mantras védicos. Yo soy el sonido en el éter y la aptitud en el hombre. Soy el perfume original de la tierra y el calor del fuego. Soy la vida en todo lo que está vivo y la ascesis del asceta. Yo soy la primera Semilla de todos los seres. Soy la inteligencia del inteligente y la proeza del poderoso. Yo soy la fuerza del fuerte libre de deseo y de pasión. Soy la unión carnal que no infringe los principios de la religión. Cualquier estado del ser que muestre Virtud, Pasión o Ignorancia no es más que una manifestación de Mi energía. En un sentido, Yo lo soy todo; pero nunca pierdo Mi individualidad. Comprende que no estoy sometido a los
gunas. Confundido por los tres gunas (Virtud, pasión e ignorancia), el Universo entero ignora que soy, Yo el Supremo, el Inagotable, el que va más allá de esas influencias materiales. La energía que constituyen los tres gunas, esa energía divina, la Mía, no se puede superar sin dificultades. Pero quien se abandona a Mí franquea fácilmente sus límites.
Yo siempre llevo a Mis devotos en Mi corazón, igual que ellos Me llevan siempre en el suyo. Igual que Yo soy todo para ellos, Yo no los puedo olvidar. La relación más íntima Me une a los puros servidores. Establecidos en el conocimiento, nunca pierden el vínculo espiritual que les une a Mí y también son muy queridos para Mí. Absorbido en Mi servicio absoluto, el virtuoso viene a mí. Después de numerosos nacimientos, cuando sabe que Yo soy todo lo que existe, la Causa de todas las causas, el hombre que sabe de verdad se abandona a Mí. Un alma tan grande es escasa.
Porque yo soy Dios, la Persona Suprema, Lo sé todo del pasado, el presente y el futuro. Conozco a todos los seres, pero a Mí no Me conoce nadie. La manifestación material está en permanente mutación y el universo con todos sus seres celestiales constituye la forma universal del Señor Supremo y Yo soy ese Señor, el Maestro del sacrificio que como Alma Suprema vive en el corazón de cada ser encarnado.
Cualquiera que en el tránsito, en el mismo instante de abandonar el cuerpo, se acuerde solamente de Mí, llegará enseguida a Mi Morada, sin duda alguna. Porque son los pensamientos, los recuerdos del ser en el instante de dejar el cuerpo los que determinan su condición futura. Cuando llegan a Mí, las almas realizadas imbuidas de devoción, esas nobles almas, que por eso se han elevado a la más alta perfección, nunca vuelven a este mundo transitorio donde reina el sufrimiento.
Aunque se ocupa de actividades de todo tipo, Mi devoto, bajo Mi protección llega a la eterna e imperecedera Morada a través de Mi gracia.