¿Por qué no se puedo abortar?
Abortar es un crimen porque el huevo ya está en un ser vivo porque tiene alma.
En verdad, desde la primera fase, la de la unión del espermatozoide y el óvulo, el alma se les une al instante y le da vida al huevo constituido de esta forma. Gracias al alma el huevo podrá desarrollarse y convertirse en un embrión y después en un feto. En verdad, el alma espiritual es la vida, el principio activo, la fuerza vital que le da vida al cuerpo en el que penetra y que permite que este último se mueva.
Si se le quita el alma al huevo, este nunca podrá desarrollarse. Lo mismo ocurre con el embrión que nunca podrá convertirse en un feto y el feto jamás llegará a ser el cuerpo completo de un bebé. Es el alma la que aporta la vida y permite su desarrollo. Sin el alma, el huevo, el embrión, el feto, en suma el cuerpo material se encuentra inerte, muerto.
El aborto, es el asesinato del huevo, el embrión, el feto, pero, en cualquier caso, es la interrupción de una existencia, la de un alma espiritual inocente.
Muchas mujeres me van a detestar, pero como servidor de Dios mi esfera de actividad no es material sino únicamente espiritual.
Con respecto a los que provocan un aborto, hombre y mujeres, se ha escrito: «Aquellos que renacen vida tras vida en especies demoníacas nunca podrán acercarse a Dios. Poco a poco, caen en la condición más siniestra de existencia».
El aborto es un crimen porque el huevo que se convertirá en embrión y después en feto ya está vivo, ya que tiene un alma implantada por Dios. Por otra parte, al abortar, la existencia del alma se interrumpe provocándole a esta un terrible sufrimiento. El hombre y la mujer implicados en estos pecados se convierten en responsables, aunque tendrán que sufrir la misma suerte en su próxima vida. Ellos también tendrán que entrar en el seno de una madre y ser asesinados de la misma forma. Pero todo esto se puede evitar si nos mantenemos en el plano espiritual de la Consciencia de Dios y nunca interrumpimos una vida.
Todo hombre debería sentir pena ante la tristeza de los demás y gozo ante su alegría. Tenemos que sentir como nuestros la felicidad y la tristeza de los demás. En ese principio fundamental reposan la no violencia y el amor incondicional.
Puesto que sentimos dolor cuando alguien nos atormenta, no deberíamos hacer sufrir a los otros seres vivos. La misión del sabio servidor de Dios consiste en poner fin a la masacre injustificada de los animales. No podemos llamarnos creyentes y seguir matando animales solo por el placer de deleitarnos con su carne. Un comportamiento así refleja la mayor de las hipocresías.
Jesús dijo: «No matarás», pero hay hipócritas que pretenden ser cristianos mientras trabajan en miles de mataderos.