Dios, la Persona Suprema, es el Todo Absoluto, del que todos los seres vivos son partes. Esta relación entre ellos es eterna. No cometamos nunca el error de pensar que el conjunto espiritual puede ser dividido en partes minúsculas por la insignificante naturaleza material. En verdad, los seres vivos son eternos fragmentos diminutos del Todo Espiritual Supremo, Krishna. Así como una parte nunca puede ser igual al Todo, el ser vivo, como un pequeño fragmento del Todo Espiritual, no puede ser igual al Todo Supremo, la Persona Divina absoluta. Aunque, en una relación cuantitativa, el Señor y los seres vivos están relacionados como el Todo y sus partes, las partes son, sin embargo, cualitativamente idénticas al Todo. En consecuencia, los seres vivos se encuentran en una posición relativa, a pesar de su identidad cualitativa con el Señor. Dios reina sobre todas las cosas, y el ser, por su parte, se rige siempre por la energía espiritual o material. Por lo tanto, nunca podrá ser el maestro de ninguna de estas dos energías. Su posición natural es mantenerse siempre subordinado a Dios, la Persona Suprema. Aquel que acepta conducirse de esta manera alcanza la perfección de la existencia, pero aquel que se rebela permanece en el estado condicionado.
El alma espiritual participa de la misma naturaleza que el Señor Supremo, y es cualitativamente Uno con Él. Es, pues, en el nivel absoluto, entre el ser espiritual separado y el Todo Espiritual Supremo, el Ser Soberano, Dios, donde el intercambio de amor encuentra su origen, y también su despliegue total. El Señor es la fuente de todos los placeres. Es cuando el ser individual distinto de Dios entra en contacto con Él, intercambiando de nuevo con Él un sentimiento de amor natural y eterno por el que están unidos, cuando encuentra la verdadera felicidad.
El Señor enseña que su advenimiento y sus acciones son puramente espirituales, y que cualquier ser viviente lo suficientemente feliz como para conocer su sublime naturaleza puede liberarse de inmediato de los grilletes de la materia y calificarse para volver a Él, a su reino. Conocer la naturaleza absoluta del advenimiento y los actos del Señor Krishna es suficiente para alcanzar la liberación. A menos que uno sirva a Krishna, Dios, la Persona Suprema con amor y devoción, nadie puede encontrar la verdadera satisfacción. El ser individual distinto de Dios es el sirviente eterno del Maestro Eterno, el Señor Supremo.
Esta es la relación natural y eterna entre ellos. El Señor se ha multiplicado en innumerables seres separados para aceptar el servicio amoroso de ellos, y sólo este intercambio puede satisfacer tanto al Señor como a los seres separados. Después de la liberación, que es el último de los cuatro principios de búsqueda de la riqueza, el placer de los sentidos y la salvación, basado en actos de piedad, el ser adopta la práctica del servicio devocional puro, y se encuentra entonces en el nivel de la realización espiritual, donde finalmente encuentra la plena satisfacción. Pero esta satisfacción en sí misma representa sólo el comienzo de la dicha espiritual. Por lo tanto, uno debe primero hacer algún progreso en este mundo relativo (material) alcanzando la ecuanimidad, la igualdad de la mente, y luego establecerse en el sublime servicio amoroso del Señor. Esta es la enseñanza de la Persona Divina. La primera necesidad del hombre es darse cuenta de la relación eterna que le une al Señor, para entregarse a Él sin más dilación. Nuestra única ocupación debe ser amar a Krishna, Dios, la Persona Suprema.