Las innumerables galaxias están reunidas en cúmulos similares a los cúmulos de espuma, de modo que sólo algunas de ellas se bañan en las aguas del Océano Causal. Cuando es agitada por la mirada de Kāraṇodakaśāyī Viṣṇu, la naturaleza material produce los elementos totales, que son ocho en número y evolucionan gradualmente de más fino a más grueso. Del ego procede el éter; del éter, el aire; del aire, el fuego; del fuego, el agua; y finalmente del agua, la tierra. Así, una sola galaxia tiene más de siete billones de kilómetros de diámetro. El espiritista, que desea liberarse gradualmente, tendrá que pasar por las diversas «cortezas» de la galaxia, incluidas las capas etéreas formadas por los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia. Quien lo consigue no vuelve a renacer en este mundo mortal.
Sólo quien concibe claramente al Señor Soberano y a Vaikuṇṭha, el mundo espiritual, puede conocer la perfección. Todos deben meditar constantemente en Dios, la Persona Suprema, y glorificarlo. El Señor Chaitanya ha hecho que estos temas sean más accesibles para las almas caídas de la era actual, y los ha presentado de tal manera que son fácilmente entendidos por aquellos que están interesados. Aunque su única función propia es el entretenimiento, por pura misericordia el Señor realiza una actividad en beneficio de las almas caídas. Él libera a los seres caídos ofreciéndoles las cuatro clases de liberación, la de vivir en el mismo planeta que el Señor, la de tener los mismos rasgos corporales que el Señor, la de disfrutar de las mismas opulencias que el Señor y la de vivir en compañía del Señor.
Hay dos maneras de alcanzar la liberación: por la gracia del Señor o por el propio esfuerzo. Es este segundo camino el que adopta el impersonalista (el creyente judío, cristiano, musulmán…) para fundirse en el resplandor, el brillo deslumbrante del Señor. Al alma pura, mediante la práctica del servicio devocional, se le ofrece una de las siguientes cuatro formas de liberación, a saber, la que le permite vivir en el mismo planeta que el Señor, la que le permite vivir en la compañía constante del Señor, la que le permite disfrutar de las mismas perfecciones que el Señor o la que le permite tener las mismas características corporales que el Señor. Aquellos que obtienen la liberación de fundirse en el deslumbrante resplandor que emana del cuerpo del Señor permanecen fuera del reino de Vaikuṇṭha, cuyo umbral no pueden cruzar. Fuera de los planetas Vaikuṇṭha del mundo espiritual se extiende el resplandor formado por los rayos supremamente luminosos que emanan del cuerpo del Señor Kṛiṣhṇa.
Esta extensión más allá de la naturaleza material se llama Siddhaloka. Aunque es espiritual en esencia, no revela ninguna variedad. Se compara con el resplandor homogéneo que rodea al sol. Pero en el propio astro se encuentran los carros, los caballos y otros emblemas de la gloria del ser celestial que es el dueño del sol. Más allá de Vaikuṇṭha, la morada de Kṛiṣhṇa, se extiende el resplandor formado por los rayos deslumbrantes que emanan del cuerpo de Kṛiṣhṇa. La región trascendental donde brilla esta radiación se llama Siddhaloka o Brahmaloka. Los impersonalistas que alcanzan la liberación se funden en este Brahmaloka. Aunque es definitivamente espiritual, no se detectan en ella actividades o variedades espirituales. Por ello, se compara con el resplandor del sol, que oculta el propio astro, sede de diversas manifestaciones.