Toca la flauta maravillosamente. Su rostro irradia belleza y sus ojos florecen como pétalos de loto. Su piel es tan azul como las nubes, los penachos de pavo real coronan su cabeza, su gracia indescriptible encanta a millones de cupidos.
La tierra de la morada trascendental de Krishna, Dios, es de piedra filosofal, y en los bosques abundan los árboles deseados. Allí, el agua es néctar, cada palabra una melodía, cada paso una danza; la flauta es la compañera favorita del Señor. De las vacas sin número siempre emanan inagotables océanos de leche. El resplandor de esta estrella está impregnado de dicha trascendental y sus entidades espirituales supremas son todas exquisitas. Las Lakshmis, esposas amorosas, en su esencia pura ofrecen un servicio amoroso a Krishna, su único amor. El paso del tiempo es desconocido: no se puede hablar del pasado ni del futuro.
El Señor habita simultáneamente el reino de Vaikuṇṭha o reino espiritual (en su forma original) y el universo material (como el Alma Suprema). A pesar de Su presencia eterna y perfecta en Goloka Vrindavana, en el reino de Vaikuṇṭha, Él es al mismo tiempo omnipresente en el cosmos material. Este aspecto omnipresente del Señor es el Alma Suprema, también llamada Espíritu Santo. La manifestación cósmica es el despliegue de la energía inferior del Señor. Y como las energías del Señor son una con Él, todo lo que existe es en realidad Krishna, Dios, en Su aspecto impersonal. El sol no difiere de sus rayos, la luz o el calor, y sin embargo estos siguen siendo sus energías, distintas de él. Del mismo modo, la manifestación cósmica y los seres vivos son energías del Señor, consideradas simultáneamente diferentes y no diferentes de Él. Esto es lo que hay que entender cuando el Señor dice «Yo lo soy todo»: todo es su energía, y nada es, por tanto, diferente de Él. La manifestación espiritual, por su parte, nunca desaparece, porque participa de la energía interna del Señor Supremo, su existencia es eterna. Cuando la manifestación externa cesa, las actividades espirituales que tienen lugar en Goloka y en los demás planetas Vaikuṇṭha no cesan, ya que el tiempo material no existe en este mundo espiritual.
Por eso Krishna, Dios, la Persona Suprema, dice: «Este reino, del que nadie regresa jamás a este mundo material, es la morada suprema».
Los Vedas, las escrituras sagradas originales también llamadas «El verdadero Evangelio» dicen de Krishna, Dios:
«Dios, la Persona Suprema, es perfecto y completo, y Su perfección es total. Todo lo que emana de Él, como el mundo fenomenal (el cosmos material), es también una totalidad completa en sí misma. Lo que procede del todo completo es también completo en sí mismo. Debido a que Él es el todo completo, aunque de Él emanen innumerables unidades, también completas, Él conserva su completitud».
En el reino de lo absoluto, uno y uno son uno, y uno menos uno es también uno. Por lo tanto, un fragmento del Señor no debe ser concebido desde un punto de vista material. En el mundo espiritual, donde la influencia de la energía material es inexistente, tal concepto no puede ser aplicable.