El Mundo Espiritual
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Estos pastores fueron en realidad grandes sabios y espiritualistas en sus vidas anteriores. Después de un gran número de existencias virtuosas, obtuvieron la compañía del Señor y pudieron jugar con Él como si fueran sus iguales. Estos jóvenes pastores nunca se molestaron en saber quién era realmente Krishna. Sólo estaban jugando con Él, su amigo más íntimo y adorable. Tenían tanto amor por Él que al atardecer sólo podían pensar en la mañana siguiente, cuando pudieran volver a encontrarse con el Señor y caminar con Él por los bosques cuidando los rebaños. La región de Vrindavana, escenario de los juegos infantiles del Señor, sigue existiendo hoy en día, y cualquiera que visite estos lugares encontrará la misma dicha espiritual que en el pasado, aunque el Señor ya no sea visible a nuestros imperfectos ojos. El Señor Chaitanya ha enseñado que esta región es idéntica al Señor mismo, y por lo tanto digna de la adoración de los seres santos, los seres puros. Esta afirmación es especialmente querida por los sucesores del Señor Chaitanya, conocidos como gaudiya-vaisnavas. Y como estos lugares son idénticos al Señor, los seres puros siguen poblando los lugares sagrados de Vrindavana, y todos ellos se están preparando para regresar a Dios, a su morada original en el reino eterno.

Krishna entra en la capital de su reino, Dvaraka.

En cuanto entra en su capital, la rica metrópoli, el Señor hace sonar su auspiciosa caracola. Todos los habitantes saben entonces que Krishna ha llegado, y desde ese momento la ansiedad de sus súbditos se ve aliviada. Siempre que el Señor desciende a la Tierra, viene rodeado de sus compañeros eternos, como un rey en su séquito. Son almas eternamente liberadas, que no pueden sufrir, por muy intenso que sea su afecto por Él, verle alejarse, ni siquiera por un momento. Así que los habitantes de Dvaraka, desconsolados, pasaron todos sus días esperando su regreso. El sonido de la caracola, un augurio muy auspicioso, les infundió valor, y el dolor de la separación se alivió en sus rostros. Su deseo de ver al Señor en medio de ellos aumenta aún más, y todos se preparan con entusiasmo para recibirlo como debe ser recibido. Veamos aquí los signos del amor espontáneo a Dios. La concha blanca y redonda, que el Señor Krishna abraza con su mano y hace vibrar con su aliento, se enrojece con el toque de sus sublimes labios. Parece un cisne inmaculado jugando en los tallos entrelazados de lotos rojos.

Sólo los seres puros pueden contemplar la forma personal y eterna del Señor. El Señor nunca es impersonal, es Dios, la Persona Suprema y Absoluta, y el servicio devocional permite verle cara a cara, un privilegio que de otro modo es imposible incluso para los habitantes de los planetas superiores, edénicos. Cuando Brahma y los otros seres celestiales necesitan consultar a Sri Visnu, la emanación plenaria de Sri Krishna, tienen que ir a las orillas del océano de leche, donde el Señor está acostado, en una isla llamada Svetadvipa, la tierra blanca, este océano de leche y el planeta Svetadvipa son la réplica, en nuestra galaxia «La Vía Láctea», de Vaikunthaloka, los planetas espirituales del reino de Dios.

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