El Mundo Espiritual
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Brahma-samhita (5.37) corrobora esta verdad: “El Señor, por Su poder inconcebible, reside en su morada eterna, Goloka, pero como Alma Suprema, se encuentra al mismo tiempo en todas partes presente - tanto en el universo material como en el mundo espiritual - a través de Sus múltiples manifestaciones”. Su aparición y Su desaparición tienen lugar, pues, de forma simultánea, y nadie puede afirmar de manera definitiva dónde comienza una y dónde termina la otra. Estas Distracciones eternas no tienen comienzo ni fin.

Por lo habitual, los compañeros eternos del Señor en el mundo espiritual no descienden al universo material. Sin embargo, pueden ir hasta Su orden, no para ocupar un puesto de dirigente, sino para unirse a Él o incluso para extender el mensaje divino entre los hombres. Estos enviados del Señor, dotados por Él de poderes especiales, están cualificados como avatares investidos del poder representativo divino.

El mismo Dios precisa: “Yo penetro en la creación material a través de Mi emanación completa (el Paranatma o Alma Suprema). Simple resplandor de Mi Persona y esto lo hago en todos los universos y en todos los elementos que los contienen. Es así como sostengo la obra de la creación”. Los maravillosos prodigios de la naturaleza material encuentran todos su origen en Sri Krsna, que representa la causa final, la Causa última de todas las causas.

El estado de somnolencia y de inconsciencia en el que se sumerge el alma inmediatamente después de la destrucción parcial o total de la creación es considerado erróneamente por algunos filósofos de poca inteligencia como la etapa última de la existencia. Después de la destrucción del cuerpo material no sutil, el alma permanece inconsciente durante algunos meses solo, y después de la destrucción total de la creación material, ese estado se prolonga durante varios millones de años. Pero cuando la creación se vuelve a manifestar, el Señor despierta a ese ser que vuelva a sus ocupaciones. El alma es eterna y el estado de vigilia de la consciencia manifestado por la actividad representa su condición natural de existencia. Esta no puede dejar de hacer cosas mientras está despierta y las hace en función de sus diferentes deseos. Y, cuando aprende a cambiar sus deseos por el servicio espiritual del Señor, su vida se vuelve perfecta y así se gana el mundo espiritual para disfrutar de un despertar eterno.

Según sus diferentes características corporales, los hombres se reparten a través de los diferentes sistemas planetarios. La inmensa forma universal del Señor Soberano representa la primera manifestación divina y emanación completa del Alma Superior. El Señor se gana así un número ilimitado de seres vivos y en Él reposa toda la creación que a partir de entonces se realiza plenamente.

Allí, en los planetas Vaikunthas, reina el Señor Soberano, la Persona original. En Él todo es pura virtud.

En el mundo espiritual no existe ningún rastro de pasión ni de ignorancia. Solo se encuentra virtud en estado puro, sin el menor rastro de pasión ni de ignorancia. En el universo material, aunque alguien se sitúe completamente en la virtud, a veces se somete a la suciedad de la ignorancia y de la pasión, por muy ínfima que sea. Pero en el reino de Vaikuntha, en el mundo espiritual. Pero en el reino Vaikuntha, en el mundo espiritual, solo existe la virtud pura. En estos planetas Vaikunthas, tanto el Señor como Sus devotos participan de esa naturaleza trascendente, llamada suddha-sattva, o virtud pura. Allí se extienden numerosos bosques de carácter propicio. Los árboles son árboles de los deseos y en todas las estaciones se ven cargados de flores y frutos, porque en los planetas Vaikunthas todo es espiritual y personal. Los habitantes de estos planetas vuelan en aeronaves, acompañados de sus amadas y, a través de sus cantos, alaban eternamente las cualidades y los actos del Señor, que nunca tienen un carácter funesto. Mientras cantan las glorias del Señor, ni siquiera prestan interés a los madhavis abiertos, esas flores perfumadas y cargadas de néctar. Los habitantes de Vaikuntha viajan en sus aeronaves hechas de lapislázuli (piedras preciosas de color azul), esmeraldas y oro, donde se apiñan sus compañeras de amplias caderas y rostros maravillosos sonrientes.

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