El Mundo Espiritual
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El Señor Supremo, la Persona Divina, desborda de alegría por naturaleza y Se multiplica para aumentar su felicidad espiritual y absoluta. Y nosotros, los seres distintos, existimos como ínfimas partes del Señor Supremo para la satisfacción de Sus Sentidos divinos. La energía externa del Señor es el universo material y el reino de Su energía interna, Vaikuntha, corresponde al reino de Dios. En el mundo de Vaikuntha, no hay ninguna discordancia entre el Señor y los demás habitantes. También la creación de Dios en el mundo de Vaikuntha se considera perfecta. No se encuentra nada que cause miedo. En efecto, el reino de Dios se encuentra todo él en una armonía tan perfecta que no se ve la más mínima animosidad. Allí, todo es absoluto. En los planetas Vaikunthas todos los seres están perfectamente absorbidos en el servicio del Señor, que representa el todo perfecto.

Todo es efímero y no permanente en el universo material, mientras que la realidad y la permanencia se encuentran en el mundo espiritual. El universo material, temporario, imaginario, irreal es el reflejo desnaturalizado del mundo espiritual, realidad eterna. Allí se encuentra la vida verdadera en su absoluta realidad.

El Señor es la reserva de todos los placeres. Su feliz presencia tiene como efecto bendecir a todos los seres y tanto Su sonrisa como su mirada afectuosa llega hasta lo más profundo del corazón. Oscura es la suave encarnación de Su Cuerpo y Su amplio pecho es el reposo de la diosa de la fortuna, la que glorifica todo el mundo espiritual, en el apogeo de todos los planetas edénicos. Así el Señor parece difundir Él mismo la belleza y la feliz fortuna del reino espiritual. Un cinturón brilla con esplendor en la tela amarilla que cubre sus amplias caderas y lleva una guirnalda de flores frescas, célebre por las abejas zumbadoras que atrae. Unas pulseras ciñen Sus graciosas muñecas. Su rostro se distingue por unas mejillas que realzan la belleza de Sus pendientes en forma de aligátor, que eclipsan el brillo del rayo. Su nariz es levemente respingona y una corona incrustada de joyas reposa en Su frente. Un encantador collar pende entre Sus brazos poderosos y la joya Kaustubha adorna su cuello.

En la morada absoluta del Señor abundan las piedras cintamani, y a la sombra del follaje de los árboles de los deseos se elevan innumerables palacios construidos con esta piedra maravillosa. Allí, el Señor guarda sus rebaños de vacas surabhi, siempre rodeado de diosas de la fortuna que Lo sirven a millares con amor y veneración. Además, la morada espiritual del Señor, el brahmajyoti, el brillo emana del planeta del Señor, como la luz que emana del sol. Si no ha atravesado el resplandor del brahmajyoti, nadie puede ver Goloka Vrindavana, la maravillosa morada del Señor Supremo. Los filósofos impersonalistas nunca pueden, cegados por el resplandor del brahmajyoti, ver la forma espiritual del Señor, ni tampoco Goloka, Su reino eterno. El bhakta le ruega aquí al Señor que aparte los rayos resplandecientes del brahmajyoti para poder ver su forma, toda felicidad.

Todos los astros que iluminan ese mundo material no hacen más que reflejar el brillo de los Vaikunthalokas y estos planetas espirituales naturalmente luminosos se muestran inaccesibles para quienes no son misericordiosos con los demás seres vivos. Solo los que trabajan constantemente para hacer el bien a los demás pueden llegar hasta los planetas Vaikunthas. Nadie se cae del mundo espiritual ni de los planetas Vaikunthas porque es el reino eterno. Pero, a veces, según los deseos del Señor, algunas almas puras bajan al universo material como predicadores para liberar a las almas derrotadas. El reino de Dios goza de maravillosos tesoros que superan con mucho los esplendores del universo material.

El propio Señor precisa que cuando vino como avatar bajo el nombre de Rsabhadeva:

“En el mundo espiritual, todos los seres tienen un cuerpo espiritual. Allí no existe la más mínima concepción de existencia material. No es solo cuestión de dar o recibir. Todo se resume en tres estados: el beneficiario del servicio, el servicio en sí mismo y el servidor. Estos tres elementos son complementos espirituales y por eso el mundo espiritual se llama absoluto. Allí no se encuentra ningún trazo de suciedad material. En el mundo espiritual, cada ser está completamente dedicado al Señor Supremo y se encuentra todo él en un plan superior. Aunque se pueda distinguir al servidor, el que es servido y el servicio en sí mismo, todo es espiritual y está diversificado”.

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