La Ciencia Espiritual Pura
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Este visitante celestial estaba allí para ayudar y asistir a mi madre y a mi suegro. Mi madre se fue primero, y mi suegro tres meses después. Esta señora ayudó a mi suegro, pero también otros tres seres celestiales vinieron a buscarlo y a mostrarle el lugar de su próxima existencia. Sólo nos dijo que era una zona preciosa. Deduje que Dios había enviado a sus siervos celestiales a buscarlos a ambos, para llevarlos a su reino.

La tercera persona era Charles, mi amigo. Me había preguntado quién era ese hombre, con el que se encontraba a menudo, y que le miraba tranquilamente y sonreía. ¿Es un ángel, me preguntó?

Sí, me limité a responder, sabiendo que era un ser celestial, un siervo de Dios que también venía a ayudarle y asistirle en sus últimos días.

Todos nosotros somos visitados al final de nuestra existencia por los servidores de Krishna, Dios, la Persona Suprema, que vienen a ayudarnos y asistirnos. Todo depende de nuestros pensamientos, palabras y acciones, ya sean beneficiosos o perjudiciales. En estos casos, los visitantes son diferentes, sus funciones y misiones muy distintas, como se ha especificado anteriormente.

Originalmente, al principio de todas las cosas, los seres espirituales vivían en el mundo espiritual como servidores del Eterno Supremo, Dios. Sin embargo, cuando dejan el servicio del Señor, tienen que integrarse en el mundo material, que está formado por las tres gunas, los tres atributos de la naturaleza material, la virtud, la pasión y la ignorancia. Los seres vivos que desean disfrutar de este mundo material se colocan bajo el yugo de las gunas y, según los lazos que les unen a ellas, se ponen los cuerpos adecuados.

Al renacer, el hombre con los atributos de la virtud obtendrá el cuerpo de un ser celestial, y el que tenga los de la pasión recibirá un cuerpo humano. En cuanto a quien posee los atributos de la ignorancia, se le concederá un cuerpo entre las especies inferiores, animales o vegetales.

Todos estos cuerpos son comparables a los que experimentamos en nuestros sueños. Cuando un hombre duerme, olvida su verdadera identidad y puede soñar que se ha convertido en un rey. No puede recordar lo que hizo antes de dormirse, ni puede imaginar lo que hará cuando se despierte. Del mismo modo, cuando el alma se identifica con un cuerpo material efímero, se olvida de su verdadera identidad espiritual y de todas las vidas anteriores que ha experimentado en este mundo material, sabiendo que la mayoría de las almas a las que se les ha dado un cuerpo humano ya han asumido las ocho millones cuatrocientas mil formas de vida.

El ser vivo transmigra así de un cuerpo material a otro en forma de seres humanos, animales, plantas o seres celestiales. Cuando el ser vivo recibe la forma de un ser celestial, es feliz. Cuando se le da un cuerpo humano, a veces es feliz, a veces infeliz. Y cuando tiene que tomar el cuerpo de un animal, siempre tiene miedo. Sin embargo,

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