Es a través del sufrimiento experimentado que el hombre borra todos sus pecados y actos pecaminosos cometidos en su vida pasada.

No hay nada peor que la mentira y la hipocresía, pues quienes las practican ocultan o disimulan sus verdaderos propósitos y su ignorancia de los hechos de la verdad existencial. Esto obligará a los que creen en ellos a practicar un conocimiento erróneo, que sin saberlo les llevará a la oscuridad y al sufrimiento durante mucho tiempo, incluso durante varias vidas.

El Señor permite que el alma encarnada que quiere extraviarse se deslice hasta el punto más bajo de la existencia, con el único fin de darle la oportunidad de juzgar por sí misma si puede o no enfrentarse a la vida por sí misma, de encontrar por sí misma las soluciones a los problemas, desgracias y sufrimientos que la acosan, de saber si es capaz de hacer un buen o mal uso de su pequeña independencia, y de ser feliz o no.

La mayoría de las almas encarnadas y condicionadas por la materia en la que están encerradas, y que languidecen en el universo material, hacen un mal uso de su independencia, por lo que se sumergen en la ilusión y sufren vida tras vida. En verdad, sin Dios, nadie puede escapar solo, pues el universo material es un mundo de peligro y sufrimiento.

Si escuchas a una persona decir: «No soy racista, pero...», este «pero» demuestra que sí lo es. El odio, el racismo, la injusticia, la parcialidad, en fin, la maldad en todas sus formas, no son valores espirituales.

Amarse unos a otros da a cada persona su dignidad y el lugar que merece junto a todos los demás, en la dignidad, el honor, la justicia, la equidad y la imparcialidad. Lo que deseamos para nosotros, deseémoslo también para los demás.

Cuando se producen catástrofes naturales en un planeta, es porque acaban de nacer allí seres demoníacos.

Cuando se producen catástrofes naturales en un planeta, hay que entender que los seres demoníacos hacen estragos. En la época en la que vivimos, la época negra, la época oscura, la época de la discordia, de las luchas, de la hipocresía, de la indiferencia, de la decadencia y del pecado, la época del olvido de Dios, el número de seres demoníacos aumenta, y con él el número de catástrofes naturales.

La mentalidad de los seres demoníacos es educar a los miembros de su familia para que exploten los recursos del universo para su satisfacción personal, multiplicando los placeres de los sentidos. El ser demoníaco siempre desafía a los demás y busca apoderarse de sus bienes por la fuerza.