Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Cuando se producen catástrofes naturales, como potentes ciclones, calor excesivo o nevadas, sequías prolongadas, incendios repetidos y devastadores, lluvias torrenciales, inundaciones destructivas, terremotos y erupciones volcánicas, es evidente que el número de seres demoníacos aumenta, y que precisamente por ellos se producen estos cataclismos.

Ahora bien, hay muchos lugares sobre la faz de la tierra en los que estos trastornos son habituales en la actualidad. De hecho, esto es así en todo el mundo. No hay suficiente sol, las nubes cubren constantemente el cielo, las nevadas son intensas y el frío es pronunciado; estos signos indican que tales lugares están habitados por seres demoníacos que están acostumbrados a todo tipo de actividades prohibidas y pecaminosas.

Dirijámonos a Dios y pidámosle que intervenga y nos proteja.

Los seres de naturaleza demoníaca son responsables de daños como los incendios provocados y la violencia social.

El hombre demoníaco no cree en Dios, ni en su aspecto de Alma Suprema que reside en su propio corazón así como en los corazones de todos los seres vivos, seres celestiales, seres humanos, animales y plantas. Por eso tampoco cree en el mundo espiritual y afirma que el universo material es el único que existe. Como su conocimiento espiritual es prácticamente inexistente, dice que ningún Dios le gobierna.

Los seres demoníacos no saben qué hacer o no hacer. Son poco inteligentes, se equivocan, se engañan y vagan sin rumbo, y no saben que sus pensamientos, palabras y acciones tienen efectos buenos o malos, cuyas consecuencias tendrán que sufrir al final de su vida presente, pero ciertamente en su próxima vida, en forma de bien o de sufrimiento.

No hay pureza, ni actitud correcta, ni veracidad en ellos, por lo que se entregan a todo tipo de actos pecaminosos sólo para disfrutar del placer de los sentidos a través de los efectos que producen. Por ejemplo, se complacen en prender fuego a la maleza con el único fin de disfrutar del «espectáculo» que provocan las llamas, y se alegran del desastre causado.

Surgen en zonas donde los incendios provocados y la violencia social son habituales. Utilizan el pretexto de que la gente está planeando cometer un acto culpable para justificar los crímenes y la destrucción de la propiedad que van a perpetrar, fuera de cualquier marco legal, y luego, con toda naturalidad, se dedican a obras dañinas, viles y degradantes que llevan al mundo a su destrucción. Siempre inventan algo nuevo para satisfacer sus sentidos.

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