Logos 70
Krishna, Dios, la Persona Suprema dice:
«El alma no conoce ni el nacimiento ni la muerte. Está vivo y nunca dejará de estarlo. No nacido, inmortal, original, eterno, nunca tuvo un principio y nunca tendrá un final. No muere con el cuerpo.»
Ha llegado el momento de decirle al ser humano que no es su cuerpo, sino el alma espiritual que lleva dentro. Es el alma la que da vida al cuerpo. Si se saca el alma del cuerpo, éste se derrumba inerte, muerto. Es el cuerpo el que muere, el que se convierte en polvo y se sumerge en el olvido y la nada total.
A la muerte del cuerpo, el alma se reencarna, y según sus actos realizados en su vida que termina, comienza una nueva existencia en otro lugar de la tierra o en otro planeta de nuestra galaxia o incluso de otra galaxia, y tendrá una vida feliz o no, fácil o no. El propósito del alma es encontrar a Dios y renovar el vínculo de amor roto con él, para volver al reino del Señor, donde reinan la dicha, el conocimiento y la vida eterna.
Logos 71
La verdad es que el mal comportamiento de un hombre repercute en toda su familia. Es por esta razón que un hombre digno desea sufrir su castigo solo.
No quiere que le ocurra ninguna calamidad a él y a su familia, y quiere soportar la carga de su culpa solo, sin rodeos. Espera que su sufrimiento personal le lleve a abstenerse de nuevas ineptitudes en el futuro, y que la falta de la que fue culpable sea así redimida para que sus descendientes no tengan que sufrirla.
Así es como piensa un santo responsable. A cambio, los miembros de su familia también comparten los frutos de su servicio al Señor. De hecho, el mayor beneficio o bendición que el Señor puede conceder a una familia es dar a luz a un santo.