Esta realización se expresa de la siguiente manera: al igual que los cinco elementos brutos de la naturaleza, tierra, agua, fuego, aire y éter, existen tanto dentro como fuera de todos los seres que viven en este mundo, así el Señor Supremo existe simultáneamente dentro y fuera de todo lo que existe, por lo que Sus devotos pueden darse cuenta de esto. Los devotos puros saben bien que tienen que servir a Dios, la Persona Suprema, y que todo lo que existe puede ser utilizado para este servicio. Bendecido por el Ser Supremo que reside en su corazón, el devoto puede verlo dondequiera que mire. En realidad, no ve nada más. El Srimad-Bhagavatam confirma la relación del devoto con el Señor en estas palabras: «Si el corazón de una persona está siempre apegado al Señor Soberano a través de los lazos del amor a Dios, el Señor nunca lo abandona. En verdad, aunque su memoria siga siendo imperfecta, debe ser considerado el más alto en devoción.»
Krishna es el originador de toda la Creación, y no sólo es el creador y sustentador del universo, sino que también es su destructor. Por Su voluntad, la manifestación cósmica se crea en un momento determinado, se mantiene durante un cierto período de tiempo y luego se aniquila. Su voluntad suprema está, pues, en el fondo de todos los acontecimientos cósmicos. Las escrituras védicas nos enseñan que la Verdad Absoluta, la Persona Divina, es suprema entre todas las personas. Desde Brahma, el primer ser creado, hasta la más pequeña hormiga, todos los seres vivos son distintos entre sí. Algunos incluso, superiores a Brahma, no disminuyen su individualidad. Ahora bien, el Ser Divino es también un ser vivo, y como todos los demás seres, posee una identidad propia, pero su inteligencia es suprema, y posee una variedad infinita de energías perfectamente inconcebibles. Ahora bien, si el cerebro humano puede crear un transbordador espacial, es ciertamente fácil comprender que un cerebro superior es capaz de maravillas infinitamente mayores.
La forma del Señor Supremo manifestada por Su poder interno es distinta de Su poder externo, que produce el universo material que experimentamos. Hay una clara distinción entre los dos poderes de Dios. El poder interior es real, mientras que la manifestación de la energía exterior, en forma de existencia material, es sólo ilusoria y temporal, como un espejismo en el desierto. El espejismo no contiene agua en sí, sino sólo la apariencia de agua. El agua en sí está en otra parte. Del mismo modo, la manifestación de la creación cósmica se nos presenta como una realidad absoluta, pero en realidad sólo es una sombra de esa realidad, que se encuentra en otra parte, en el mundo espiritual, donde no existe ningún espejismo. La Verdad Absoluta pertenece al mundo espiritual, no a este universo material donde toda la verdad es sólo relativa, una verdad aparente que siempre depende de otra verdad aparente. Esta creación cósmica es el resultado de la interacción de los tres modos de influencia material, y las manifestaciones temporales que se encuentran en ella son creadas de tal manera que proporcionan una ilusión de realidad para la mente equivocada del alma condicionada, que se encarna en diversas formas de vida, incluyendo los seres celestiales más evolucionados como Brahma, Indra y Chandra. En verdad, no hay ninguna realidad en el universo de la manifestación cósmica o cosmos material, y si parece real en absoluto, es por la existencia de una realidad tangible en el mundo espiritual, donde el Señor vive eternamente con todo su séquito.