El Mundo Espiritual
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El servicio de amor y devoción que le ofrecen Sus devotos continúa incluso más allá de la liberación, especialmente en el reino eterno.

Esta humildad del ser puro, que dedica cada momento de su existencia a servir al Señor, lo eleva al nivel puramente espiritual que le permite realizarlo todo. Krishna se revela a quien muestra sinceridad. Él, la inteligencia de todo, incluso del ser demoníaco, concede a su devoto puro la inteligencia por la que puede captar de inmediato la verdad más perfecta sobre Su Persona y Sus múltiples energías. Las conjeturas y la verborrea inteligente sobre la Verdad Absoluta, repitámoslo, no permiten conocer al Señor. Él aparece sólo cuando se siente satisfecho por la actitud de servicio de Su devoto. Desear únicamente la complacencia del Señor, y confiar únicamente en Él, es el camino por el que podemos conocer al Señor Krishna como realmente es.

En el reino absoluto, el Señor y Sus siervos y siervas eternas poseen todos formas de carácter auspiciosas, infalibles, espirituales y eternamente juveniles. No hay nacimiento, ni vejez, ni enfermedad, ni muerte. Esta tierra eterna, rica en placeres espirituales, contiene belleza y dicha. Krishna, Dios, la Persona Suprema es el Maestro de la inmortalidad y, por lo tanto, es inmortal Él mismo. El Señor Supremo puede otorgar esta cualidad a Sus devotos. El que alcanza Su morada inmortal nunca más tendrá que volver a este mundo material donde prevalecen la muerte y las tres fuentes de sufrimiento; las del cuerpo y la mente, las causadas por otras entidades vivientes, y las originadas por la naturaleza material, el frío, el calor extremo, los rayos, los terremotos, los huracanes, la sequía...

El Señor Supremo, el Maestro de todos los seres separados, tiene el poder de decorar a su devoto con todos los atributos de Su propia Persona, incluyendo la inmortalidad y la dicha espiritual. En el universo de la materia, la angustia o el miedo prevalecen en los corazones de todos los seres separados. Pero debido a que el Señor es el Soberano entre los intrépidos, Él confiere esta misma libertad del miedo a Sus devotos puros. El sufrimiento brilla por su ausencia en el reino eterno de Dios, libre para siempre de la influencia del tiempo eterno, y por tanto de todo temor. En el reino de Dios, no se requiere ningún esfuerzo para alcanzar la felicidad. La felicidad es inherente al mundo espiritual. El reino absoluto está por naturaleza saturado de felicidad, una felicidad que aumenta constantemente por la fuerza de la apreciación siempre renovada; la dicha nunca decae. Tal es la gloria de Dios que está más allá de la imaginación de los más grandes sabios, esas grandes almas puras. Sin embargo, los devotos puros del Señor alcanzan esta felicidad directamente, por Su gracia divina.

Quien puede alcanzar tal perfección devocional nunca más siente atracción por el cosmos material, las galaxias materiales y los planetas materiales que hay en ellas, y nunca más quiere volver a ellos.

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