El Mundo Espiritual
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En el plano espiritual el alma tiene una conciencia pura, por lo que no existe en ella la tendencia dominante del falso ego a identificarse con el cuerpo. Más bien, su conciencia pura la lleva a rendirse al Señor Supremo. Todo esto es para decir que en el nivel puramente espiritual, no existe la cuestión de la creación material o el océano de causas de la manifestación material.

La condición espiritual encuentra su existencia en el plano absoluto, pero se revela en toda su verdad al espiritista que posee el conocimiento de este alto nivel de conciencia pura. Los espiritistas son de dos tipos: los impersonalistas y los sabios eruditos. Para los primeros, el objetivo último, el destino final a alcanzar, es el resplandor del mundo espiritual, mientras que los sabios eruditos apuntan a los planetas espirituales Vaikunthas. Estos últimos, experimentan la condición descrita anteriormente obteniendo una forma espiritual que les permita continuar la práctica activa del servicio amoroso absoluto al Señor. Los impersonalistas, sin embargo, por rechazar todo contacto con el Señor, no obtienen un cuerpo espiritual adecuado para la acción espiritual, sino que permanecen como meras chispas espirituales, fundidas en el deslumbrante resplandor que emana del Señor Supremo. El Señor es la forma completa de la eternidad, el conocimiento y la dicha, mientras que el resplandor que emana de Su cuerpo no tiene forma y sigue siendo una mera manifestación de la eternidad y el conocimiento.

Los planetas Vaikunthas son también formas de eternidad, conocimiento y dicha, y los seres santos admitidos en el reino de Dios obtienen cada uno un cuerpo de eternidad, conocimiento y dicha. Así, estos diversos elementos espirituales no son de ninguna manera diferentes de la Morada del Señor, el Nombre, la Fama, el Entorno, etc., todos los cuales participan de la misma naturaleza espiritual y absoluta.

Comprendamos que sólo practicando el servicio de amor y devoción ofrecido a Krishna, Dios, la Persona Suprema, se pueden alcanzar los Vaikunthas. Los otros dos caminos pueden llevar al resplandor, pero no abren las puertas a los Vaikunthalokas, los planetas espirituales. Sólo el alma purificada de todas las impurezas materiales puede alcanzar la perfección de vivir en compañía de la Persona Suprema una existencia de perfecta dicha y alegría, y así recuperar su estado original. El mundo espiritual comprende innumerables planetas espirituales Vaikunthas. Esta es, pues, la meta del ser santo, ir a uno de estos planetas espirituales donde el Señor, en cada uno de ellos, está derramando su alegría en compañía de innumerables compañeros que le sirven con pura devoción.

Cuando las almas condicionadas en el mundo material se emancipan mediante la práctica del servicio devocional, son promovidas a esos planetas espirituales. El número de almas liberadas para siempre supera con creces el número de almas que se condicionan en los planetas de las galaxias materiales, y estas almas liberadas nunca desean permanecer en este triste cosmos. El Señor nos enseña que somos sus siervos y siervas eternos, diminutos fragmentos de su Persona, y que Él es a la vez diferente y no diferente de nosotros, las almas espirituales.

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