La Ciencia Espiritual Pura
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Yamadutas, a las personas que se absorben en actividades orientadas a los placeres de los sentidos para mantener a una familia. En el momento de la muerte, los que se ven azuzados para satisfacer sus deseos materiales se ponen bajo el control de los Yamadutas, los agentes del Señor de la muerte. Estos se hacen cargo del moribundo y lo llevan al planeta donde reside Yamaraja, el Señor de la muerte y el juez. Las condiciones a las que se encuentra sometido se describen en los siguientes versículos. Igual que un criminal es detenido por las fuerzas públicas para que sufra una pena, los Yamadutas se apoderan del hombre que se libra de forma criminal del placer de los sentidos y atándolo por el cuello con cuerdas sólidas, recubren su cuerpo sutil (etéreo) para hacerle sufrir un severo castigo.

Todos los seres vivos están cubiertos por un cuerpo sutil y un cuerpo no sutil. El cuerpo sutil está compuesto por la mente, la inteligencia, el falso ego y la consciencia. Pero las Escrituras cuentan que los agentes de Yamaraja recubren el cuerpo sutil del criminal y lo llevan ante Yamaraja para que se le imponga un castigo que pueda soportar. No debe morir como consecuencia de su suplicio, porque si muriera, ¿quién sufriría por sus faltas?

No es de la incumbencia de los agentes de Yamaraja dar muerte a cualquiera. De todas formas, es imposible quitar el alma cuya naturaleza es eterna. El ser distinto debe simplemente sufrir las consecuencias de las faltas que ha cometido al querer satisfacer sus sentidos.

Aquí resulta que al pasar de nuestro planeta al de Yamaraja, el criminal detenido por los enviados de Yamaraja es atacado por numerosos perros que ladran y lo muerden con el único fin de recordarle los actos culpables a los que se ha entregado por el placer de los sentidos. Con este fin, el Señor enseña que el ser se vuelve prácticamente ciego y pierde la razón cuando aumenta en él el ardiente deseo de disfrutar de los sentidos. Entonces se olvida de todo; atraído de forma excesiva por los placeres materiales, el ser pierde toda su inteligencia y olvida que tendrá que sufrir las consecuencias de sus actos. Pero aquí vemos que los perros que están al servicio de Yamaraja permiten que el ser derrotado se acuerde de sus actos culpables. En efecto, mientras vivimos en el cuerpo no sutil nos vemos alentados a disfrutar del placer material y esto incluso por parte de los gobiernos que en todos los Estados del mundo favorecen la regulación de los nacimientos. Se procura la píldora a las mujeres y se les permite incluso ir a clínicas especializadas para abortar. Todo esto es el resultado de una búsqueda desenfrenada de los placeres sensoriales. En verdad, el acto sexual solo está destinado a procrear buenos hijos, pero como la gente no tiene ningún control sobre sí misma, estos desgraciados se entrena para cometer actos criminales con el único fin de satisfacer sus sentidos, por eso tienen que ser castigados después de la muerte.

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