La Ciencia Espiritual Pura
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A partir de nuestro periodo de celibato, tenemos que organizar ceremonias de sacrificios dedicadas a Dios, con el fin de liquidar nuestras deudas con los santos, abonar nuestras obligaciones a los ángeles y pagar nuestras deudas a nuestro padre asegurando nuestra descendencia. Estas ceremonias de sacrificio están prohibidas en la edad de hierro o edad de la discordia, la nuestra, porque ya no hay sacerdotes cualificados para organizarlas. Se sustituyen por el canto de los santos nombres de Dios.

Aquellos que se abandonan completamente a Dios, el único que concede la liberación, quedan liberados de todas sus obligaciones, aunque no hagan ningún sacrificio. El que abandona todos sus deberes materiales y se refugia plenamente junto a Dios, el protector de todos los seres, ya no tiene ninguna deuda con los ángeles, los grandes sabios, los seres vivos, los padres, los amigos, la humanidad y los antepasados.

Los puros devotos de Dios que lo aman y lo sirven con amor y devoción ya en este mundo material, que hayan alcanzado la perfección de la consciencia de Dios, desde que dejan su cuerpo material son transferidos a cualquier universo en el que Dios aparezca entonces.

Allí obtienen su primera oportunidad de vivir en la compañía personal y directa del Padre Eterno. Dios desciende a intervalos regulares a una galaxia cuando los impíos demoníacos crean problemas allí. Es así como vino a la tierra hace 5.000 años para destruir a los impíos demoníacos, proteger a sus devotos y restablecer la espiritualidad. Así interviene en cada una de las galaxias del cosmos y estas son innumerables.

En una de estas ocasiones, los puros devotos que dejaron la tierra se encuentran con el Padre Eterno y por su misericordia inmotivada lo acompaña en su misión salvadora y se convierten en sus compañeros o compañeras eternos. A partir de entonces, lo sirven con amor y devoción por la eternidad y se quedan junto a él.

Sepamos que nunca, en lugar alguno, en ninguna circunstancia podemos estar separados del padre Eterno porque está presente en todas partes. El puro amor de Dios está relacionado intrínsecamente con sus energías.

El Padre Eterno posee innumerables energías, las principales son por orden de importancia: la energía interna, la energía marginal y la energía externa. Los seres vivos son partículas ínfimas, partes integrantes de la energía marginal de Dios.

El amor de Dios o la consciencia de Dios, constituye la suma del saber donde cada cosa se percibe en toda su verdad. En realidad, cualquiera que tenga el privilegio de pensar, sentir, actuar y querer no puede estar separado de Dios. Es la etapa durante la cual se nos concede comprender nuestra religión eterna con Dios, esa es la consciencia de Dios. El vínculo que une a los seres con el Señor Supremo nunca se puede romper.

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