que llega a la liberación recupera la identidad original y eterna que es la suya. La comprensión del aforismo aham brahmasmi («Yo no soy ese cuerpo») no significa que el ser pierda su identidad. Ahora mismo creo que soy materia, pero una vez liberado entenderé que, de hecho, soy un alma espiritual, un fragmento del Infinito. Los verdaderos signos de la liberación son llegar a ser consciente de Krishna o estar liberado espiritualmente y comprometerse en Su servicio de amor absoluto.
El Vishnou pourana dice claramente: «La energía del Señor Supremo se divide en tres categorías: para, kshetragya y avidya». (V.P., 6.7.61) La energía para es la del propio Señor, mientras que la energía kshetragya es la del ser vivo y la energía avidya la del universo material o maya. Se la califica de avidya o ignorancia porque bajo el control de la energía material olvidamos su verdadera naturaleza igual que la relación que nos une al Señor Supremo. Para concluir, los seres vivos representan una de las energías del Señor Soberano, ínfimas partes de Él, se les llama jivas. Pero, al poner arbitrariamente al jiva al mismo nivel que el Supremo Infinito, por el simple hecho de que ambos tienen naturaleza espiritual, no hacemos más que sembrar la confusión.
El ser vivo es puro espíritu por su naturaleza primera. Cuando el ser humano se identifica con el cuerpo material, se puede decir que se confunde y toma una cuerda por una serpiente o la concha de una ostra por oro, y la doctrina de la transformación se aplica cuando se confunde una cosa con otra. En realidad, el cuerpo no es el ser y creer que lo es nos aparta totalmente de la doctrina de la transformación. Además, todas las almas condicionadas sin duda alguna están manchadas por esa doctrina en que la verdad aparece enmascarada.
Todo fenómeno visible de la manifestación cósmica pertenece a la energía del Señor Supremo, no diferente de Él. Como consecuencia, Él es el maestro, amigo y sostén de todos los seres vivos. Vivamos, pues, de la gracia de Dios y tomemos solo lo que nos venga sin apoderarnos de la parte de los demás. Así podremos vivir felices.
Los puros devotos saben bien que deben servir a Dios, la Persona Suprema y que todo lo que existe se puede utilizar dentro de ese servicio. Bendecido por el Ser supremo que reside en su corazón, el devoto puede verlo allí donde se pose su mirada. En verdad, no ve nada más. El Shrimad-Bhagavatam confirma en esos términos la relación que une al devoto con el Señor: «Si el corazón de una persona se apega siempre al Señor Soberano gracias a los vínculos del amor por Dios, el Señor nunca lo abandonará».
Las santas escrituras señalan: «Oh, Señor, podemos concluir que todos los seres se sienten atraídos por Tu energía material y el solo hecho de que se tomen erróneamente por productos de la naturaleza los hace pasar de un cuerpo a otro al olvidarse de su relación eterna contigo. Debido a su ignorancia, estas almas se identifican por error con las diferentes formas de vida que deben asumir. Cuando se ven elevadas a la forma humana, se identifican con una clase social, un pueblo, una raza o una supuesta religión, olvidando su verdadera identidad de servidoras eternas