los materialistas agresivos y ávidos de guerra son castigados por el Señor Supremo por su hábito de perturbar gratuitamente la paz mundial.
Quien mata a un ser humano o a un animal será asesinado a su vez. Aquellos cuyo trabajo es matar a miles de animales en los mataderos, para que otros puedan comprar su carne para comer, deberían esperar sufrir el mismo destino que estos animales, vida tras vida. Muchos villanos violan sus propios principios religiosos. Las escrituras judeocristianas dicen claramente: «No matarás». Sin embargo, incluso algunos líderes religiosos, bajo diversos pretextos, se entregan al sacrificio de animales, mientras pretenden ser santos. Tal farsa, tal hipocresía en la sociedad engendra innumerables plagas, de ahí las grandes guerras que estallan periódicamente y el desencadenamiento de los elementos de la naturaleza. Las masas de estos individuos se enfrentan y se matan en el campo de batalla y/o sufren las consecuencias de los elementos. Hoy han inventado la bomba atómica que amenaza con aniquilarlos.
Dios ordenó: «No matarás». «El que vive por la espada, perecerá por la espada».
Los que se dejan llevar por el odio, esos malhechores demoníacos al servicio de Satanás que, habiendo dado la espalda a Dios y rechazado sus leyes divinas, han decidido derramar la sangre de inocentes, sufrirán el mismo destino vida tras vida y tendrán que sufrirlo ahora.
Me dirijo a ellos y les digo: Obedezcan a Dios y no le quiten la vida a nadie. Quien quita la vida a un ser humano o a un animal, sufrirá el mismo destino en su próxima vida, y vida tras vida en proporción al número de vidas quitadas. El sufrimiento que experimentarás será terrible. Nadie puede escapar a la sanción de las leyes y la justicia divinas.
Todos tenemos una deuda con Dios, con los sabios, con nuestros antepasados y con nuestros padres.
El Señor nos dice: «Todo hombre tiene una deuda con aquellos que lo engendraron, de quienes recibió la forma humana, ese cuerpo que puede otorgar todos los beneficios de la existencia material. Según las sagradas escrituras originales, “el verdadero evangelio”, la forma humana permite realizar innumerables actos de religión. Permite cumplir mil deseos, acumular grandes riquezas. Pero sobre todo, ella, y sólo ella, ofrece obtener la liberación de la existencia material. Dado que el cuerpo es el producto de los esfuerzos combinados del padre y la madre, todo hombre debe sentirse en deuda con sus padres, y con una deuda que nunca podrá saldar. Si sucede que, una vez crecido, el hijo descuida a sus padres, no los satisface con sus acciones o con la entrega de sus bienes, estemos seguros de que será castigado después de la muerte por Yamaraja (el señor de la muerte y juez de los culpables). Si alguien que está en condiciones de hacerlo descuida el cuidado de sus padres