La Ciencia Espiritual Pura
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ancianos y la protección de ellos, de sus hijos, de su maestro espiritual, de sus guías espirituales y de otros seres que dependen de él, se considera que ya está muerto, aunque aún respire».

En realidad, todos los seres humanos, desde el momento de su nacimiento, están en deuda con Dios, con los grandes sabios, con los antepasados, con los hombres en general y con muchos otros seres por los diversos beneficios que han recibido de ellos. Así, todos están obligados a pagar sus deudas como muestra de gratitud.

Nada más nacer, el ser vivo contrae tres deudas, con los grandes sabios, con los seres celestiales y con su padre. Está escrito que el hijo de un sabio debe pasar por un periodo de celibato para saldar sus deudas con los hombres santos, debe realizar ceremonias rituales para cumplir sus obligaciones con los seres celestiales y debe asegurar su descendencia para saldar la deuda que ha contraído con su padre. Cada uno de nosotros ha contraído ciertamente una deuda con los seres celestiales, con todos los seres vivos, con la familia, con los antepasados, con los sabios, con nuestros padres. Pero el que se rinde completamente a Krishna, el que puede conceder la liberación, se libera de todas estas obligaciones, aunque no realice ningún sacrificio. Incluso si no paga ninguna de sus deudas, se libera si renuncia al mundo material por el bien del Señor Soberano, que es el refugio de todos los seres. Quien abandona todos sus deberes materiales y se refugia plenamente en Krishna, Dios, la Persona Suprema, el protector de todo, no tiene más deudas con los seres celestiales, los grandes sabios, los seres vivos ordinarios, los parientes, los amigos, la humanidad o incluso los antepasados.

El Avatar Rsabhadeva dice: «El hacedor interesado tiene que renacer y morir interminablemente en este mundo, y hasta que no haya desarrollado su afecto por Vasudeva (Krishna), le será imposible sacudirse el yugo de las leyes de la naturaleza material».

Así, el hombre que realiza concienzudamente los deberes que le corresponden según la clase social a la que pertenece, pero no desarrolla su amor por el Señor Supremo, Vasudeva, sólo está desperdiciando su vida humana.

Krishna también confirma este punto cuando enseña: «El hombre de primera clase es aquel que se refugia en Mí, en total entrega, y que, renunciando a todas las formas de ocupación material, vive de acuerdo con Mi enseñanza».

Estas palabras del Señor implican que los hombres aficionados a la filantropía, a la caridad social, a la ética, a la moral, a la política, al altruismo… son encomiables sólo a escala material. Muchas escrituras védicas, incluyendo el Srimad-Bhagavatam, nos dicen que un ser consciente de Krishna, practicando el servicio devocional, supera con creces a todos estos «benefactores de la humanidad». El hombre que abandona los deberes de su clase social para entregarse plenamente al Señor y refugiarse a sus pies, que son los mismos que el loto (fórmula de respeto debida a Dios), ya no está en deuda con nadie; se libera de todos los deberes para con los sabios, los antepasados,

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