bien como el mal emanan de Dios. Se dice que el mal representa su espalda y el bien su frente.
Siendo Dios perfecto y la perfección personificada, todo lo que emana de la perfección es también perfecto. Siendo Dios perfecto, todo lo que emana de Él es también perfecto. Si las cosas son perfectas en sí mismas, lo seguirán siendo mientras conservemos su estado de perfección. Dios sólo desea el bien. El ser viviente terminó en este universo material porque hizo un mal uso de su voluntad. Aunque desee disfrutar de este mundo de la materia, Dios es tan bueno que le concede facilidades y guía. Habiendo renunciado a la compañía de Dios para venir al mundo material y disfrutar de él, el Señor se lo permitió diciendo: «Bien, disfruta de la experiencia. Cuando comprendas que el disfrute material, en última instancia, sólo trae frustración, podrás volver. Así, el Señor Supremo guía el disfrute de todos los seres, especialmente los humanos, para que puedan regresar a su morada original, el reino de Dios. La naturaleza es el agente que actúa según las instrucciones del Señor. Si el ser vivo es demasiado propenso a abusar de su libertad, será castigado. Este castigo es la consecuencia del deseo del ser. Dios no quiere que el ser humano se convierta en un cerdo, pero cuando uno desarrolla esa mentalidad comiendo indiscriminadamente, le concede esta facilidad en forma de cuerpo de cerdo. Presente en el corazón de todos, Dios anota desde dentro los deseos del ser vivo. Entonces ordena a la Naturaleza material que produzca un cuerpo según los deseos de cada persona».
Sin duda, el mal fue creado por Dios. Pero fue el abuso del hombre de su libre albedrío lo que lo hizo necesario. Dios da buenas instrucciones a la humanidad, pero cuando el hombre desobedece, el mal vendrá naturalmente a castigarlo. Dios no desea el mal, que se crea por necesidad. Sufrimos por nuestras malas acciones. Por otro lado, el mal y el sufrimiento nos permiten disminuir las secuelas o consecuencias de los actos o fechorías que hemos cometido en el pasado o en la vida anterior. Por eso Dios, siendo supremo, nos castiga. Cuando nos ponemos bajo la protección del Señor, nada es malo; todo es bueno. Dios no quiere crear el mal, sino que son las malas acciones del ser humano las que impulsan al Señor a crear una situación dolorosa. Una vez que uno alcanza el nivel de servicio amoroso y devocional a Dios, entiende perfectamente que Krishna, la Persona Suprema, es la meta de la existencia.
No tiene sentido glorificar a alguien por sus cualidades materiales ni criticarlo por sus defectos materiales. En el universo material, el bien y el mal no tienen realmente un significado, ya que si alguien es bueno, puede ser elevado al sistema planetario superior, el paraíso, mientras que si es malo, puede caer en los sistemas planetarios inferiores, el infierno. Los seres de diferentes mentalidades a veces se elevan y a veces caen, pero ese no es el propósito de la existencia. Más bien, el propósito es liberarse de estas elevaciones y degradaciones al volverse consciente de Krishna. Por eso, un hombre santo no distingue entre lo que se considera bueno y lo que se considera malo, sino que quiere ver a todos los seres felices en la conciencia de Krishna, que es el objetivo último de la existencia.