permanecen apegados al cuerpo perecedero difícilmente pueden tener acceso a la ciencia de lo divino. En efecto, el mundo materialista, que se basa en la identificación del yo con el cuerpo material, ignora la ciencia de Dios. Así, el materialista dedica toda su energía al bienestar del cuerpo material, el suyo propio, el de sus hijos, el de los que le rodean, el de sus compatriotas...Por lo tanto, debe idear muchas formas de actividad filantrópica a nivel político, nacional e internacional; pero todas ellas forman parte de la ilusión de confundir el cuerpo material con el verdadero ser, el alma espiritual. Y a menos que uno se libere de este falso concepto de cuerpo y alma, no puede haber conocimiento de lo Divino, y en ausencia de tal conocimiento, todo el progreso de una civilización materialista, con todo su brillo, no deja de ser un fracaso.
Sólo quien se entrega sin reservas al Señor puede alcanzarla. Hay que dejar de malgastar energía en seguir vanamente el camino del conocimiento experimental materialista. Entregarse al Señor y servirle con amor y devoción es lo que confiere el verdadero conocimiento. El Señor no tiene límites, y por su poder interior ayuda al alma sumisa a conocerlo según su entrega.
El Señor Krishna dice: «De acuerdo a su entrega a Mí, Yo los recompenso proporcionalmente».
El falso ego es la fuerza que encadena al ser encarnado a la existencia material.
La totalidad última de la materia, a partir de la cual se manifestarán todos los seres, está diferenciada en muchas y variadas formas. El ser encarnado está mayormente influenciado por la ignorancia y produce el falso ego.
La totalidad última de la materia actúa como intermediario entre el elemento espiritual puro y la existencia material. Se encuentra en la frontera de lo material y lo espiritual, la fuente del falso ego del ser condicionado por la materia. Todos los seres son almas distintas que emanan del Señor Supremo, pero bajo la presión del falso ego, las almas condicionadas, aunque son parte integrante del Ser Soberano, pretenden ser los amos y beneficiarios de la naturaleza material. Este falso ego es la fuerza que encadena al ser separado a la existencia material. El Señor ofrece una y otra vez a las almas condicionadas y descarriadas la oportunidad de liberarse de este falso ego, y es con este propósito que la creación material ocurre a intervalos regulares. Es cierto que Él proporciona a las almas condicionadas todos los medios necesarios para rectificar la actividad del falso ego, pero no interfiere de ninguna manera en la diminuta independencia de la que gozan como emanaciones parciales de Su Persona.
El falso ego también significa querer dominar la materia, o identificarse con el propio cuerpo material. Es este espíritu de dominación artificial lo que llamamos el falso ego.