La Ciencia Espiritual Pura
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Es la identificación con el propio cuerpo, que lleva al alma al condicionamiento por la materia y a la esclavitud de la existencia material.

El ego material introvertido se transforma así en los tres aspectos de la virtud, la pasión y la ignorancia, que a su vez producen la triple manifestación de los poderes que generan la materia, el conocimiento relativo a las creaciones materiales y la inteligencia que guía estas actividades materiales.

El ego material, o el sentimiento que lleva al alma a identificarse con la materia, está groseramente centrado en sí mismo, privado de cualquier conocimiento preciso de la existencia de Dios. Este egoísmo introvertido de los seres materialistas es la fuente misma de su condicionamiento por todo lo que les rodea, y perpetúa su esclavitud a la existencia material. El impersonalista introvertido, sin ninguna noción clara de la Persona Suprema, concluye de sí mismo que el Señor manifiesta una forma material a partir de Su existencia espiritual originalmente impersonal para cumplir una misión particular. El impersonalista persiste en esta concepción engañosa del Señor Supremo. Su ignorancia del aspecto personal del Señor surge de la ignorancia resultante de la influencia combinada de las tres gunas. La forma espiritual y eterna del Señor, que es puro conocimiento, dicha y existencia, permanece así velada para él. Si esto es así, es porque el Señor se reserva el derecho de no revelarse a los ateos incrédulos que, incluso después de un estudio minucioso de escritos como el Bhagavad-gita (Palabras de Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema), sostienen obstinadamente sus opiniones impersonales. De hecho, esta obstinación proviene de la acción de la energía de la ilusión, una energía personal del Señor que actúa como un «ayudante de campo» velando la visión del impersonalista obstinado. Se califica además de groseramente ignorante, a un hombre así descarriado, porque le es imposible comprender que la misma forma espiritual del Señor no es nacida e inmutable. Si el Señor cubriera con una forma material la impersonalidad de su aspecto original, esto implicaría ciertamente que nace y que se transforma de lo impersonal a lo personal, perdiendo así su inmutabilidad. Pero ése no es el caso. No más de lo que tiene que nacer como lo hace un alma condicionada. El Señor que mora en el corazón de cada ser distinto conoce bien las aspiraciones pasadas, presentes y futuras de las almas condicionadas, pero éstas, en su confusión, difícilmente pueden concebir su forma eterna.

La oscuridad del falso ego da lugar al éter, el primero de los cinco elementos, y el sonido representa su forma sutil. El sonido es para el éter lo que el objeto de la visión es para el observador. Los cinco elementos, el éter, el aire, el fuego, el agua y la tierra, son manifestaciones de la oscuridad del falso ego. Esto significa que el falso ego, en el conjunto de la naturaleza material, nace de la energía marginal del Señor y que de este falso ego que quiere dominar la creación material provienen los elementos necesarios para el placer ilusorio de los seres vivos. Estos últimos prácticamente gobiernan los elementos materiales como amos y beneficiarios

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