Pensemos en nuestro verdadero origen, a dónde vamos una vez que dejamos nuestros cuerpos, y por qué a veces nos agobian las penas materiales. Tratemos de comprender nuestra verdadera posición de esta manera, y entonces podremos abandonar nuestro vano apego al materialismo, al placer de los sentidos y a las cosas de este mundo material. También seremos capaces de abandonar la creencia de que nuestra galaxia material, o cualquier cosa no relacionada directamente con el servicio de Krishna, es eterna. Así alcanzaremos la serenidad. Tomemos conciencia naturalmente de nuestra verdadera identidad, pues Krishna, el Señor, se asegura de que comprendamos en primer lugar que no somos el cuerpo, sino el dueño del cuerpo. Cuando entendemos esta simple verdad, podemos avanzar hacia la meta de la existencia. Como la gente no está educada en el verdadero propósito de la vida, trabaja como un loco y se apega cada vez más a la atmósfera material. El hombre equivocado acepta la condición material como si fuera a durar para siempre. Sin embargo, debe perder la fe en las cosas materiales y desprenderse de su apego a ellas. Entonces encontrará la calma y la paz.
En verdad, el alma no tiene ninguna relación con su cuerpo material ni con sus padres, gracias a los cuales ha obtenido esta envoltura carnal.
En realidad, el alma entra en un cuerpo material similar a una máquina creada por los cinco elementos burdos (tierra, agua, fuego, aire y éter) y los tres elementos sutiles (mente, inteligencia y falso ego) de la naturaleza material. Hay dos naturalezas distintas, la inferior y la superior; ambas pertenecen a Dios, la Persona Suprema. El ser vivo se ve forzado a entrar en un cuerpo de elementos materiales como resultado de sus actividades pasadas interesadas. Según las leyes de la naturaleza, obtiene un cuerpo de un padre y una madre. Pero en realidad no es su hijo. El ser espiritual encarnado es el hijo de Dios, la Persona Suprema, y como desea disfrutar del universo material, el Señor le da la oportunidad de entrar en varios cuerpos. El alma misma no tiene ninguna conexión real con el cuerpo material que obtiene de su padre y madre materiales. Es un pequeño fragmento, una parte integral del Señor Supremo, pero tiene la posibilidad de vivir en diferentes cuerpos. Así que el cuerpo creado por el llamado padre y la madre no tiene nada que ver de hecho con sus llamados creadores, no tienen ninguna conexión entre sí.
En nuestra galaxia material, como en todas las demás, que como un río arrastra a los seres vivos, todos se convierten en amigos, parientes y enemigos en el transcurso del tiempo. A veces también adoptan una actitud neutral con algunos, actúan como intermediarios con otros, se desprecian y tienen muchas otras relaciones entre ellos. Sin embargo, ninguna de estas relaciones es permanente. La experiencia nos muestra que en este mundo, quien es nuestro amigo hoy puede convertirse en nuestro enemigo mañana. Nuestras relaciones como amigos o enemigos, como cercanos o lejanos, son en realidad sólo el resultado de nuestras diversas actividades. En realidad, todo lo que nos ocurre se debe a nuestro contacto con los atributos de la naturaleza material. Por lo tanto, el que hoy es mi amigo bajo la influencia de la