La Ciencia Espiritual Pura
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por el bienestar de su pueblo, y aniquila a través de agentes, cuya misión es matar. Los agentes para crear, mantener y destruir no tienen ningún poder independiente. Sin embargo, bajo la influencia de la energía de la ilusión, nos imaginamos que somos el creador, el mantenedor y el destructor. Así como una semilla produce otra, un cuerpo [el del padre], a través de un segundo cuerpo [el de la madre], produce otro [un hijo o una hija]. Al igual que los elementos del cuerpo material son eternos, el ser vivo (el alma encarnada), que aparece dentro de estos elementos también es eterno.

Hay dos energías, una superior y otra inferior. Este último consiste en los elementos materiales, cinco burdos y tres sutiles. El ser vivo, que representa la energía superior, se manifiesta en diferentes tipos de cuerpos formados por estos elementos, bajo la acción o dirección de la energía material. De hecho, la energía material y la energía espiritual, la materia y el espíritu, existen eternamente como poderes de Dios, el Ser Soberano. La fuente de todo poder es la Persona Suprema. Puesto que la energía espiritual, el ser encarnado, que es parte integrante de Dios, la Persona Suprema, desea disfrutar de los placeres que le ofrece el universo de la materia, el Señor le da la oportunidad de tomar diferentes tipos de cuerpos y experimentar las alegrías y las penas inherentes a las diferentes situaciones materiales. En realidad, la energía espiritual (el ser vivo que quiere disfrutar de los bienes de este mundo) es manipulada por el Señor Supremo. Los llamados «padre» y «madre» no tienen nada que ver con el ser vivo. Como resultado de su propia elección y karma, el ser individual que es distinto de Dios recibe diferentes cuerpos a través de los llamados padres y madres.

Las divisiones que resultan de las generalizaciones y distinciones, como la nacionalidad y la individualidad, son producto de la imaginación de personas poco avanzadas en el campo del conocimiento. De hecho, hay dos tipos de energía, una material y otra espiritual. Ambos existen para siempre, pues son emanaciones de la verdad eterna, el Señor Supremo. Como el alma individual, el ser separado, ha sentido desde tiempos inmemoriales el deseo de actuar en el olvido de su identidad original, acepta diferentes situaciones dentro de los cuerpos materiales y recibe diversos nombres correspondientes a las innumerables nacionalidades, comunidades, grupos sociales, especies, etc.

El ser vivo tiene muchas cosas en este mundo, un cuerpo material, hijos, una esposa, etc. Puede pensar que así está protegido, pero todas estas posesiones no le sirven de nada: se ve obligado a abandonar su situación actual y aceptar otra. Puede que su nueva condición no le sea favorable, pero aunque lo sea, debe renunciar a ella y aceptar otro cuerpo. Así continúan las pruebas a las que le somete su existencia material. Un hombre sensato debería ser plenamente consciente de que estas cosas nunca podrán hacerle feliz. Uno debe darse cuenta de su propia identidad espiritual y servir eternamente a Dios, la Persona Suprema, con devoción. En realidad, lo que vemos no tiene una existencia permanente, a veces se puede ver y otras no. Son nuestras acciones pasadas las que dan lugar a todos estos caprichos de la imaginación, y es por ellas que nos entregamos a otras actividades. Todo lo material

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