Su Persona. Ahora bien, el Señor, de una forma u otra, llama constantemente a las almas condicionadas a volver a Él, tanto colocándolas bajo el severo yugo de la energía externa como guiándolas personalmente, desde dentro o desde fuera, en la forma del maestro espiritual. De hecho, desde dentro, en la forma del Alma Suprema presente en el corazón de cada ser, Él tiene el papel de Maestro Espiritual Interno, y desde fuera, el de guía manifiesto, en la forma de las sagradas escrituras, los santos sabios y el maestro espiritual que da la iniciación.
La relación eterna entre los seres individuales y el Señor es espiritual y absoluta; de lo contrario, el Señor no se molestaría en rescatar a las almas condicionadas de las garras de la energía material. En cuanto a ellos, reavivar su afecto, su amor natural por el Señor, es su deber, pues en ello reside la más alta perfección. Y esta perfección, la meta de la existencia, puede alcanzarse a través de la enseñanza de Krishna, ofreciéndoles el remedio que pondrá fin a su fiebre material.
Nadie puede alterar las estrictas leyes de la naturaleza, ya que actúan bajo la dirección de Dios, la Persona Suprema. En efecto, los seres individuales distintos de Dios permanecen eternamente subordinados al Señor Todopoderoso. Todas las leyes que rigen la existencia del hombre, que generalmente se agrupan bajo el nombre de religión, fueron establecidas por el Señor; nadie más que Él es capaz de instituir los caminos de la religión.
La verdadera religión, por lo tanto, consistirá en responder exactamente a las instrucciones del Señor, ya que Él ha declarado claramente en el Bhagavad-gita (Palabras de Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema) que todos deben seguir el camino trazado por Él, obedeciendo sus órdenes. La adhesión a este camino conduce a la satisfacción de todos, tanto material como espiritual. En otras palabras, mientras permanezcamos en el universo material, es nuestro deber cumplir con las instrucciones del Señor, y si Su gracia nos da la libertad de las garras de la materia, entonces en el estado liberado podemos seguir sirviéndole con amor. Nuestra condición material no nos permite ver al Señor, ni siquiera conocer nuestra propia identidad, pues estamos privados de la visión espiritual; pero rompamos nuestros lazos con esta condición material, recuperemos nuestra forma espiritual original, y entonces podremos ver nuestro propio yo, así como al Señor, cara a cara.
La liberación es el retorno del ser, una vez que se ha liberado de toda concepción material de la existencia, a su condición espiritual original. La vida humana es precisamente la oportunidad de desarrollar las cualidades necesarias para alcanzar esta libertad espiritual. Pero, por desgracia, bajo la influencia de la energía material ilusoria, el hombre suele identificar estos pocos años de existencia efímera con su condición permanente. Así engañado, hace suyos todos los objetos de apego que maya le presenta: su nación, su tierra, su hogar, sus hijos, su esposa (marido), su riqueza, etc. Siempre y sólo bajo el dictado de maya, se ve obligado a hacer suyos todos los objetos de apego. Siempre y sólo bajo el dictado de maya, entra en hostilidad con otros para proteger todas sus supuestas posesiones. Por otro lado, si