La Ciencia Espiritual Pura
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devoción es más conveniente para las mujeres, los comerciantes y los obreros, cuya inteligencia es menos aguda. Unos razonamientos de lo más superficiales. La práctica de la devoción, la más elevada de todas las actividades espirituales es, a la vez, sublime y fácil. Es al mismo tiempo sublime para los puros servidores de Krishna, movidos por el serio deseo de entrar en contacto con el Señor Supremo, y fácil para los neófitos que todavía están en el umbral del palacio de la devoción al Señor. Saber estar en contacto con Dios, la Persona Suprema o Sri Krishna, es una gran ciencia y resulta accesible para todos: sudras, vaisyas, mujeres, o incluso para los seres considerados de bajo nacimiento, que son inferiores incluso a los sudras. Con mucha más razón, les convendrán a los hombres especialmente evolucionados, guías espirituales cualificados o grandes reyes santos y con conocimiento. Las nobles prácticas del sacrificio, la caridad, la austeridad… representan otras tantas conclusiones de la pura ciencia de la devoción.

Los principios del saber y la desvinculación constituyen dos factores de peso en el camino de la concienciación espiritual. El desarrollo de la espiritualidad entraña un conocimiento perfecto de todas las cosas materiales y espirituales, y los efectos de tal saber se manifiestan a través de la desvinculación del mundo de la materia y el apego a las actividades espirituales. En efecto, desvincularse de las cosas materiales no significa abandonar todas las actividades, como creen los ignorantes. El naiskarma consiste más bien en renunciar a cualquier actividad que tenga consecuencias materiales, buenas o malas. La negación no implica oponerse a cualquier punto de vista positivo. El rechazo de lo no esencial no implica al mismo tiempo el de lo esencial. Además, la desvinculación de las formas materiales no implicaría la negación de la forma positiva, espiritual que la bhakti tiene como objeto llevar a cabo y, de esta forma, se rechazan todas las formas negativas. Como consecuencia, con el desarrollo de la bhakti– compromiso positivo al servicio de la forma positiva – se desvincula naturalmente de los objetos inferiores para apegarse a los valores superiores. Así, la práctica de la bhakti, como ocupación suprema, arrastra al ser a los bajos placeres de los sentidos. Y esa es la señal del puro bhakta. No es tonto y no pierde los sentidos ni se enreda en el nivel de las energías inferiores ni se apega a los valores materiales. Por otra parte, sería difícil llegar a ese saber cualificado mediante algún razonamiento estéril porque, en efecto, solo es accesible a través de la gracia del Todopoderoso. Concluyamos diciendo que el bhakta puro posee todas las cualidades – el saber, la desvinculación y la renuncia – pero el que solo posee el saber o la renuncia no controla necesariamente los principios de la bhakti. Por tanto, la bhakti constituye para el hombre la ocupación suprema.

Los servidores de Krishna, Dios, la Persona Suprema.

Los seres solo pertenecen al estado condicionado por su rebelión contra el Señor. A los que se alzan así contra la supremacía del Señor se les llama «asuras» o seres demoníacos y los otros «devas» o seres santos, virtuosos. En el capítulo dieciséis, la Bhagavad-gita ofrece una elaborada descripción de los asuras en la que aprendemos entre otras cosas que estos seres demoníacos se sumergen vida tras vida en una

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