La ley que establece que se tiene derecho a matar animales es criminal. Quien muestra amistad hacia los seres humanos, pero al mismo tiempo es enemigo de los animales inocentes, está animado por un espíritu maligno. En la actual época oscura de discordia, contienda, hipocresía y pecado, todo el Estado muestra esta enemistad hacia los animales, que se ven reducidos a vivir en constante angustia. Dicha falta debe ser pagada. La sociedad humana tiene que soportar el peso de la misma, de ahí la constante presión entre individuos, comunidades y naciones, que conduce a una serie de conflictos incesantes a todos los niveles.
Mostrar amistad, compasión y bondad con todos los seres humanos sin excepción, pero también con todos los animales y plantas sin excepción, es demostrar nuestra grandeza de alma, nuestro humanismo, y atestiguar que somos dignos de Dios.
Los animales y las plantas también tienen alma.
Desgraciadamente, algunas personas siguen sin saber que todos los animales y plantas tienen alma. Por lo tanto, todos los que sostienen que los animales no tienen alma son mentirosos e hipócritas. Si lo dicen es por la simple razón de que quieren comer su carne.
Podemos ver la prueba de ello. Como nosotros, los animales comen, duermen, se defienden, se aparean y se multiplican. Como nosotros, tiene un hogar, se corta y sangra. Además, el alma, que posee en su esencia la fuerza vital, anima el cuerpo y lo mantiene vivo, ya sea humano o animal. Por lo tanto, todas estas similitudes son innegables. Entonces, ¿por qué rechazar sólo una similitud, la de la presencia del alma?
La lógica utiliza el concepto de analogía. Con esto nos referimos al hecho de sacar una conclusión señalando varias similitudes entre dos proposiciones. Si hay tantos puntos en común entre los humanos y los animales, ¿por qué negar un punto en particular?
Esto no es lógico ni científico. Dicho esto, la diferencia entre el ser humano y los animales y plantas es que el ser humano tiene una conciencia, que es la energía principal de su alma, que está despierta, mientras que la del animal está muy disminuida, y la de la planta aún más.