No maten, y no coman la carne de los animales
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Sí, los animales son sensibles y sufren como los seres humanos. Debemos cuidarlos y protegerlos.

Los maltratadores de animales tienen el corazón de piedra. Algunos sinvergüenzas sostienen que los animales no tienen alma o son insensibles como las piedras. Así, se justifican diciendo que no hay daño en matarlos, porque son insensibles y no sufren. No hay lógica ni filosofía que pueda tener algún asidero en ellos. Siguen utilizando sus mataderos y van de caza.

En realidad, los animales no son como las piedras inertes. Como tienen alma, son como los seres humanos, sensibles al dolor, se entristecen ante la desgracia o el abandono y sufren cuando son torturados o golpeados.

Sí, los animales son sensibles al dolor, a la tristeza, así como a la alegría, sí sufren. Muy a menudo expresan su sufrimiento en silencio. Lo expresan de diversas maneras, con sumisión, gruñidos, retracción, inmensa tristeza facial, etc. Es anormal, despreciable e insensato ignorar esta verdad.

Ahora bien, todos los que afirman lo contrario lo hacen para justificar su insana codicia y su cruel tendencia a comer carne de animales, y a sentir un placer inmoral por ello.

El deber de los seres humanos, independientemente de su estatus social, es proteger a los animales y las plantas, ya que si los seres humanos persiguen su evolución espiritual en la conciencia de Dios bajo la guía de un maestro espiritual que es un verdadero servidor de Dios, entonces también lo hacen los animales y las plantas. Si, a diferencia de los seres humanos, la evolución espiritual de los animales y las plantas es automática o sistemática, puede verse obstaculizada cuando se ataca, mata o destruye su integridad física. Y esto es condenado por Dios.

Está escrito:

El hombre justo cuida de su ganado, pero las entrañas del malvado son crueles.
(Proverbios 12:10)

Conoce bien a cada una de tus ovejas; cuida de tus rebaños.
(Proverbios 27:23)

Entonces Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y que tenga dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre el ganado y sobre toda la tierra, y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra.» (Génesis 1:26)

«Y Jehová Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo guardara.» (Génesis 2:15)

«No pondrás bozal al buey cuando pise el grano.» (Deuteronomio 25:4)

«No ararás con un buey y un asno enjaezados juntos.» (Deuteronomio 22:10)

«Pero pregunta a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves del cielo, ellas te lo dirán.» (Job 12:7)

«¿No vendemos dos gorriones por un centavo?
Sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin la voluntad de tu Padre.»
(Mateo 10:29)

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