La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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En definitiva, ¿qué es la muerte?

La muerte es, ante todo, estar separado de Dios, estar lejos de Él. Es caer en el olvido de Dios, no saber nada de Él hasta el punto de creer que no existe.

La muerte es cambiar el propio cuerpo material por uno nuevo, quedando el viejo inservible por diversas razones.

La muerte es olvidar que en realidad somos un alma espiritual, no el cuerpo material con el que erróneamente nos identificamos. Es ignorar nuestra verdadera identidad espiritual.

La muerte es ser ignorante de toda verdad existencial.

La muerte, o ser sumido en la muerte, es emitir mentiras(*) para engañar a los hombres y sumirlos así en el olvido de Dios y de la verdad, en las tinieblas de la ignorancia, de la perdición, del sufrimiento y del encierro perpetuo en la materia.

La muerte, o ser considerado muerto aunque uno siga respirando, es no ser conducido por nuestras acciones a volverse hacia la religión, no ser conducido por nuestras prácticas religiosas ritualistas a elegir la renuncia al materialismo, a la naturaleza material, o cuya renuncia no conduzca al servicio devocional ofrecido a Dios.

La muerte es sinónimo de olvido.

¿Qué derecho tenemos a impedir que lo haga un alma que desea buscar a Dios, conocerle y encontrar el camino que conduce a Él?

Si un hombre no ha alcanzado el nivel espiritual, todo lo que hace equivale a las actividades de un muerto o de un fantasma. Por eso, considerando la actitud de algunos guías espirituales inicuos, Jesús había dicho de ellos: «Son cadáveres que nada señalan».

Todos los que han dicho estas mentiras están ahora en el infierno y nunca saldrán, pues han llevado a muchos a la perdición y a la muerte.






(*) Ejemplos de mentiras:

1°) Decir a la gente que Dios permite el consumo de carne animal. Falso.
Esta es la verdadera palabra de Dios: «He aquí que os he dado toda la vegetación que da semilla sobre toda la faz de la tierra, y todo árbol que da fruto y da semilla, para que os sirva de alimento». (Génesis 1:29).

2°) Decir a la gente que hay dos clases de animales. Falso.
El Señor Dios dijo a Pedro sobre este tema: «Lo que Dios ha declarado limpio, no lo tengas por inmundo.» (Hechos 10:15)
Con sus palabras, Dios enseña a Pedro que no hay animales inmundos.

3°) Decir a las mujeres que pueden abortar. No es verdad.
Abortar es un crimen, es quitar la vida a un alma que acaba de encarnarse. Dios ha ordenado: «No matarás».

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