La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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El sufrimiento es útil y necesario.

En verdad, nuestros pensamientos, palabras y actos tienen efectos que traen consecuencias, buenas o malas, dependiendo de la naturaleza de nuestra mente y corazón.

En verdad, nuestros pensamientos, palabras y actos tienen efectos que acarrean consecuencias, buenas o malas, dependiendo de la naturaleza de nuestra mente y nuestro corazón. Son las acciones de la vida pasada o incluso anterior de una persona las que determinan las condiciones de su próximo nacimiento o reencarnación.

Los sufrimientos ligados a actos culpables tienen un doble origen: los propios actos, pero también los cometidos durante vidas anteriores.

El origen de los actos culpables suele ser la ignorancia. Pero no saber que un acto es malo no significa que, si uno lo comete, pueda evitar sus consecuencias indeseables, que dan lugar a otros actos culposos.

Por otra parte, se distinguen dos tipos de faltas: las que son «maduras», por así decirlo, y las que aún no lo son. Por faltas «maduras» se entienden aquellas cuyas consecuencias estamos sufriendo en la actualidad. Las otras son las que están acumuladas en nosotros y aún no han producido sus frutos de sufrimiento.

El hombre que comete un delito puede no ser sorprendido inmediatamente y condenado, pero tarde o temprano lo será. Del mismo modo, tendremos que sufrir por algunas de nuestras faltas en el futuro, del mismo modo que sufrimos hoy por otras que han «llegado a la madurez».

Así es como las faltas y los sufrimientos se suceden, sumiendo al alma condicionada en el dolor vida tras vida. Sufre en su vida presente las consecuencias de los actos cometidos en su vida anterior, y se prepara, por sus actos presentes, para nuevos sufrimientos en el futuro.

Las faltas «maduras» o «consumadas» pueden dar lugar a enfermedades crónicas, problemas con la justicia, baja cuna, educación inadecuada o mal aspecto físico. Nuestras acciones pasadas nos agobian hoy, y nuestras acciones presentes nos preparan para el sufrimiento futuro. Pero esta cadena puede romperse de un plumazo para quien adopta la conciencia de Dios y le sirve con amor y devoción. Esto significa que el servicio de amor y devoción ofrecido al Señor es capaz de reducir nuestros pecados y todas las impurezas a la nada.

Pero también hay tres miserias que nos hacen sufrir continuamente. Éstas son las causadas por el cuerpo y la mente, las causadas por otras entidades vivientes, las causadas por la naturaleza material (huracanes, sequías, calor, terremotos, inundaciones, etc.), y las causadas por el nacimiento, la enfermedad, la vejez y, finalmente, la muerte.

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