Son los efectos producidos por nuestros pensamientos, palabras y acciones, los que están en el origen de la perpetuación de la reencarnación.
El Señor Krishna dice: «Son los pensamientos y recuerdos del ser en el momento en que deja su cuerpo los que determinan su condición futura».
Si Jesús hubiera difundido una enseñanza basada en la beneficencia, era esencialmente para impedir que sus discípulos y apóstoles tuvieran pensamientos, palabras y acciones ancladas en la maldad, porque las habrían obligado a reencarnarse de modo repetitivo, y de tener cada vez una existencia llena de sufrimientos diversos.
Por eso había dicho: «amaos unos a otros».
«Al final de su magisterio les había dicho: Todavía tengo mucho que deciros, pero no podéis comprenderlos ahora. Cuando el consolador venga, el Espíritu de la verdad, os conducirá a toda la verdad, porque no hablará de sí mismo, sino que dirá todo lo que haya oído (decir por el Padre), y os anunciará las cosas por venir».
En verdad, debemos comprender absolutamente que todos nuestros pensamientos, palabras y acciones producen efectos positivos y/o negativos, que provocarán al final de nuestra existencia actual ya, pero seguramente en nuestra próxima vida, consecuencias buenas y/o malas, de los que tendremos que alegrarnos o sufrir. Es fundamental comprender que en el universo material, el bien y el mal, la bondad y la maldad, el regocijo y el odio, están en el mismo plano y son una proyección de la mente.
Si hacemos el bien con una actitud virtuosa, nuestra próxima vida será agradable, disfrutaremos de un fácil acceso a la opulencia material, naceremos por ejemplo en una familia rica, o en una familia cuyo padre sería un sirviente de Krishna. Esto debe ser visto como la misericordia de Kṛiṣhṇa, ayudando a esta hermosa alma con un sabio padre, para acceder a la verdad absoluta, y estar seguro de que puede regresar a Dios, a su reino maravilloso.