¿Mucha gente se pregunta si hacer el bien y amar al prójimo es suficiente para entrar en el mundo espiritual?
El mundo espiritual no tiene principio, y nunca tendrá fin. Es todo conocimiento, felicidad y eternidad. Allí no hay dolor ni ansiedad.
En cambio, el universo material tiene un principio y tendrá un fin. Es un mundo de sufrimiento continuo. Por eso Dios nos pide que le obedezcamos, que apliquemos sus preceptos y sus mandamientos, a fin de volver a su reino eterno, donde vivíamos al principio de todas las cosas.
El propósito de la existencia es conocer a Kṛiṣhṇa, Dios, la Persona Suprema, tal como Él es en realidad, restablecer el vínculo que nos une a Él, aprender a obedecerle, vincular nuestros deseos e intereses a los suyos, abandonarnos a Él, servirle con amor y devoción, y a poner fin al ciclo de reencarnaciones repetidas, para volver definitivamente a él, a su reino infinito, absoluto y eterno.
En verdad, el bien y el mal no existen, porque son proyecciones de la mente. En el universo material donde el hombre evoluciona, estas dos dualidades, el bien y el mal se colocan en el mismo plano, y se confunden, porque cada ser parte de un concepto personal erróneo, los pone en acción, o los define en función de su propia sensibilidad, de lo que es su noción de lo real, y de los valores que la animan.
Así, por ejemplo, un malhechor considera normal cometer un delito, sin preocuparse de lo que se diga, de la opinión de los demás o incluso de los justos, y hace caso omiso de la reacción que tendrán las diversas personas, víctimas de sus actos culpables. Para este ser deshonesto, su acción es justa y buena. Hace daño a alguien, pero no le importa. Esto es así para todos los seres humanos, que ignoran todo de la verdadera noción de bien y de mal, los confunden continuamente.
En realidad, las nociones de bien y mal se definen en relación a Krishna, Dios, la Persona Suprema, porque el Señor Soberano es la Existencia Absoluta, la Morada Absoluta, la Verdad Absoluta, la Vida Absoluta, y como tal debemos comprender que el universo cósmico entero morando en Él, así como todas las almas espirituales, Él es el Único beneficiario de todos los frutos de los actos realizados por todos los seres.
Por su posición suprema, infinita y absoluta, el Señor Krishna es de hecho el propietario de todo lo que existe, y el único beneficiario de todos los frutos de todas las obras de las almas que residen tanto en el mundo espiritual, y de las encarnadas en el universo material.
Debido a esta verdad, es fácil entender que la verdadera noción de bien y mal se define en relación con Kṛiṣhṇa, Dios, la Suprema Personalidad Soberana, porque Él es su esencia pura y la única realidad.
El Señor Supremo lo prueba con esta palabra: «No hay nada que exista realmente fuera de Mí, esto es lo que debéis comprender claramente».