El Señor dice: Aquel que no se ve afectado por las alegrías y las penas, que permanece sereno y resuelto en todas las circunstancias, es digno de la liberación.

Quien, firmemente decidido a realizar su Yo espiritual, es capaz de tolerar los embates de la desgracia tanto como los de la felicidad, está preparado para alcanzar la liberación, para liberarse de la materia. Lo mismo ocurre con el orden de la renuncia [desapego de las cosas de este mundo material, desinterés por los placeres materiales, rechazo de los objetos que despiertan el placer de los sentidos y rechazo natural del materialismo], que exige enormes sacrificios por parte de quien lo adopta, pero ningún obstáculo detiene al ser humano verdaderamente deseoso de hacer perfecta su vida.

Las mayores dificultades provienen del hecho de que es imperativo romper las relaciones familiares y sociales y, por tanto, abandonar la compañía de la esposa y los hijos. Pero quien puede tolerar esta separación recorre un camino rápido hacia la realización espiritual. Sólo con esa fuerza y determinación puede uno liberarse de las ataduras que lo mantienen cautivo en el mundo material y volver a su lugar original en el reino de Dios.

A diferencia del mundo espiritual, el universo material es un mundo muerto, pues la materia es inerte y sólo cobra vida mediante el contacto con seres vivos, almas espirituales, diminutos fragmentos eternos, parcelas eternas, partes integrantes de Dios.

Bienaventurado el que es consciente de su verdadera identidad espiritual, porque permanece constantemente en la luz.

El amor puro a Dios es el fin último de la existencia.

El verdadero propósito de la vida humana y su razón de ser. El verdadero viaje de la vida.

El Señor Dios dice: Para una persona con conocimiento espiritual, Yo soy el único Amado, la meta última, el motivo y la conclusión final, la elevación y el camino que conduce a Mi reino eterno. Además de Mi Divina Persona como favorita, no tiene ningún otro propósito.

El propósito de la vida humana es llegar a conocer a Krishna, Dios, la Persona Suprema como realmente es, y Su fama, cualidades, entretenimientos, glorias y excelencias.

Renovar el vínculo con Él y actuar en consecuencia.

Alcanzar la realización espiritual.

Aprender a rendirnos a Él y servirle con amor y devoción.