Aprender a amar a Krishna, Dios, la Persona Suprema, obedecerle, hacer Su divina voluntad y unir nuestros deseos e intereses a los Suyos.
Aprender a conocer nuestra verdadera identidad, ser un alma espiritual.
Aprender a rechazar la envidia, la concupiscencia, la ira y la avaricia.
Purificarnos mediante la austeridad y la penitencia.
Purificarse respetando y aplicando los cuatro principios reguladores siguientes: No mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, no comer carne, pescado y huevos, no consumir drogas y estimulantes como alcohol, cigarrillos, café, té, y no apostar.
Purificar la propia existencia adoptando la conciencia de Dios.
Purificarse de todos los conceptos erróneos, tomando la enseñanza de Krishna como base segura y firme.
Alcanzar la mayor perfección posible sirviendo y deleitando al Señor Supremo.
Para realizar a Krishna, Dios, la Verdad Absoluta.
Tomar la firme resolución de volver al reino absoluto de Dios.
La vida humana es una oportunidad para buscar refugio con un maestro espiritual, un verdadero siervo de Dios, y a través de él, buscar refugio con el Señor Supremo. La verdadera misión de la vida del alma individual, encarnada y condicionada por la naturaleza material, que cada uno de nosotros es, es restablecer su relación olvidada con Dios, la Persona Suprema, y practicar el servicio devocional de tal manera que recupere su conciencia de Krishna o conciencia de Dios, después de dejar su cuerpo material.
El verdadero principio de la religión es entregarse a Dios y amarle, y la principal preocupación del ser humano debe ser aumentar su apego a Dios, la Persona Suprema, y su amor por Él.
La vida humana está destinada a reavivar nuestra relación de amor eterno con el Señor, y todos los mandatos religiosos sirven para despertar esta naturaleza adormecida. Desarrollar el amor a Dios es la más alta perfección de la existencia.
Quienquiera que dé estos cuatro pasos preliminares a cualquier progreso en la realización de la conciencia de Dios: cultivar una disciplina moral pura, volverse no violento, reconocer la supremacía de Dios y preservar la vida no arrebatándosela a seres humanos, animales o plantas, alcanza el estado de iluminación y se acerca a Dios.
Es imposible que entre en el reino de Dios quien derrama sangre de seres humanos, animales y destruye plantas.