El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite reducir la masa de actos culpables acumulados durante todas nuestras vidas anteriores, y borrar los pecados inherentes a estos actos maliciosos e incluso criminales.
El sufrimiento es útil y necesario porque nos da una idea clara del dolor que siente la persona a la que herimos en nuestra vida anterior, siendo indiferentes a los gritos que hizo. También nos permite saber «que lo que hemos hecho se nos hará».
El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite tomar conciencia de nuestras malas acciones, hacer penitencia, arrepentirnos, pedir perdón, volvernos a Dios, respetar y aplicar definitivamente los preceptos, leyes y mandamientos divinos.
El ser humano está en contacto constante con la energía material en este mundo, y como tal debe soportar el ciclo repetitivo de nacimiento, enfermedad, vejez y muerte.
Mientras que hay muchos hospitales y clínicas donde se pueden tratar y curar perfectamente las enfermedades materiales del cuerpo, no hay un solo hospital que cure la enfermedad material del alma espiritual, que cada uno de nosotros es realmente. La verdadera sede de la enfermedad es el corazón.
Enfermedades de naturaleza espiritual.
Las enfermedades materiales del alma espiritual son aquellas de las que el karma es el agente transmisor, es decir, pasan del cuerpo que el alma tuvo en su vida anterior al que se ha reencarnado.
El cuerpo material es en realidad la prisión del alma espiritual. Lo hemos olvidado, pero el feto en el vientre de la madre, y luego al nacer, el ser sufre. El cuerpo es la fuente del sufrimiento del ser espiritual encarnado. Como Dios mismo dijo, este mundo material es un universo de sufrimiento. Por eso, desde hace miles de años, nos pide que volvamos a su reino absoluto, donde el sufrimiento está ausente y la verdadera felicidad es real y permanente.
En realidad, cualquier hombre que cometa un acto criminal, voluntario o no, si permanece indiferente al sufrimiento que siente la víctima, si no pide perdón, se arrepiente, hace penitencia y se vuelve a Dios, puede escapar a la justicia de los hombres, pero en la del Señor sufrirá un severo castigo. El mismo daño que hizo a su víctima se lo hará a él, renacerá con lo mismo. Si la víctima ha tenido un miembro inutilizado, ha quedado ciega, sorda, muda o totalmente paralizada, también estará inhabilitada.
Todos los que creen que pueden aliviar su sufrimiento recurriendo a la ley de eutanasia se equivocan, porque la eutanasia o el suicidio asistido no resuelven su problema, sino que lo trasladan a su próxima vida.