A estas preguntas formuladas por el Príncipe Arjuna, el Bendito Señor dijo:
Según la naturaleza de las influencias materiales [gunas] recibidas por el ser encarnado, su fe puede pertenecer a tres órdenes: virtud, pasión o ignorancia. Escucha mi palabra sobre esto.
Según la guna que marca su existencia, el ser desarrolla una fe particular. Se dice que tiene tal o cual fe, según se bañe en una u otra
Los gobernados por la virtud adoran a los devas [seres celestiales], los dominados por la pasión adoran a los seres demoníacos, y los envueltos por la ignorancia viven en la adoración de los fantasmas y otros espíritus.
Los hombres gobernados por la virtud adoran a los devas [seres celestiales], los gobernados por la pasión adoran a los seres demoníacos, y los envueltos por la ignorancia viven en la adoración de los fantasmas y otros espíritus.
Los hombres que se imponen severas austeridades, pero no de acuerdo con las escrituras [los Vedas, las sagradas escrituras originales], se entregan a ellas por orgullo, egoísmo, concupiscencia y apego, impulsados por la pasión, y que así torturan sus cuerpos, sin comprender, en su inconsciencia, que también Me están torturando a Mí, el Alma Suprema dentro de ellos, éstos, sepan que, son asuras [seres demoníacos, impíos, malvados, ateos, proscritos].
Los alimentos correspondientes a cada uno de estos tres órdenes.
Los alimentos queridos por cada uno también se dividen en tres órdenes, que corresponden a las tres gunas. Lo mismo ocurre con el sacrificio, la austeridad y la caridad. Escucha, y te enseñaré lo que los distingue.
Los alimentos de la virtud purifican la existencia y prolongan su duración; dan fuerza, salud, alegría y satisfacción. Estos sustanciosos alimentos son dulces, jugosos, grasos y llenos de sabor.
Los alimentos demasiado amargos, agrios, salados, picantes, secos o picantes les gustan a los que están dominados por la pasión. Causan sufrimiento, infelicidad y enfermedad.
Y para los hombres envueltos en la ignorancia, los alimentos cocinados más de tres horas antes de ser consumidos, los alimentos insípidos, carentes de frescura, malolientes, descompuestos o impuros, incluso las sobras.
Los sacrificios correspondientes a cada uno de estos tres órdenes.
Entre los sacrificios, el que se realiza por deber, según las reglas de las Escrituras, y sin esperar ningún fruto para uno mismo, pertenece a la virtud.