Este recipiente, la forma humana, está diseñado de tal manera que debe dirigirse hacia un objetivo espiritual, y el objetivo último de la existencia es Krishna, Dios, la Persona Suprema.
Es en el reino de Dios donde se encuentra la verdadera felicidad sublime.
El mundo espiritual es el verdadero hogar de los seres espirituales encarnados que todos somos. Este mundo espiritual eterno se llama «el reino de Dios».
Como podemos ver en estas pocas descripciones, las leyes del karma y la reencarnación son rigurosas. Son reales e implacables. Rigen la vida de todos los seres vivos, humanos, animales y plantas de este mundo material. Sólo tenemos que abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor para ver los efectos, la prueba está ahí, ante nuestros ojos.
Por eso es esencial y vital adoptar cuanto antes una auténtica práctica espiritual, volverse a la conciencia de Krishna, a la conciencia de Dios, si queremos tener la oportunidad de escapar de las garras del karma y de la reencarnación, y disfrutar por fin de una existencia libre y verdaderamente feliz.
¿Cómo nos libramos del karma y de las faltas?
Cuando comemos sólo comida vegetariana que ofrecemos a Dios de antemano, está purificada porque es aceptada por el Señor. De esta manera nos liberamos del karma y nos volvemos inmunes a la contaminación material.
Está prohibido comer carne, pescado y huevos. Comer carne es participar en la matanza innecesaria de otros seres vivos. Esto conduce a malas reacciones kármicas en la vida presente o en la siguiente. Las leyes del karma establecen que quien mata a un animal para alimentarse se convertirá él mismo en una víctima en la próxima vida y será devorado.
En realidad, el castigo de un delito está justificado porque hace justicia y restablece los derechos. Por lo tanto, quien mata a un animal debe esperar el mismo destino. Esta es la verdadera justicia.
Según la ley divina, la justicia exige que el asesino sea condenado a muerte. Sería injusto perdonarle la vida, ya que al escapar de la muerte también escapa a la justicia, y tendrá que sufrir terriblemente en su próxima vida. Para evitarle tal tormento, el asesino debe ser condenado a muerte en su vida presente.
La justicia que condena a muerte a un asesino le hace verdadera justicia y misericordia al quitarle la vida. Según la filosofía espiritual, la persona que mata a un animal debe esperar el mismo destino. Ninguna persona en su sano juicio correría ese riesgo.