Los envidiosos y malvados, los últimos de los hombres, me sumerjo en el océano de la existencia material en las diversas formas de vida demoníaca. Estos, renacidos vida tras vida dentro de la especie demoníaca, nunca podrán acercarse a Mí. Poco a poco se hunden en la condición más siniestra.
Tres puertas se abren en este infierno: la concupiscencia, la ira y la codicia. Que todo hombre cuerdo las cierre, porque llevan al alma a su perdición. El hombre que ha evitado estas tres puertas del infierno dedica su vida a actos que conducen a la realización espiritual. De este modo, alcanza gradualmente la meta suprema.
Sin embargo, quien rechaza los preceptos de las Sagradas Escrituras y actúa según su propio capricho, no alcanza ni la perfección, ni la felicidad, ni la meta más elevada.
Lo que es su deber y lo que no es, sepa determinarlo a la luz de los principios dados por las santas escrituras. Conociendo estas leyes, actúa de manera que te eleves gradualmente.
Pregunta formulada por un sabio al Señor: «¿Por qué signos es el ser que ha superado las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia], cómo se comporta y por qué vías trasciende estas gunas?»
El Bendito Señor responde: «Aquel que no tiene aversión, ya sea a la iluminación, al apego o a la ilusión, que tampoco tiene ansia por estas cosas en su ausencia, que por encima de los frutos que dan las tres gunas se mantiene neutral, siempre inflexible, consciente de que nada actúa al margen de ellas, que considera el placer y el sufrimiento con la misma mirada, Es sabio y tiene la alabanza y la culpa en igual medida, no se ve afectado por la gloria o la desgracia, trata a los amigos y a los enemigos por igual, y ha renunciado a toda empresa interesada.»
Aquel que se absorbe por completo en el servicio devocional, sin fallar nunca, trasciende por tanto las tres gunas y alcanza así el nivel espiritual.
«Soy el fundamento del Ser Espiritual Impersonal [el único aspecto de Dios conocido por los creyentes en la tierra], que es inmortal, inagotable, eterno y el principio mismo de la felicidad última.»
El proceso de reencarnación.
El Señor dice: «Así, el ser separado toma prestadas dentro de la naturaleza material varias formas de existencia, y disfruta de las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; virtud, pasión e ignorancia] allí, porque toca esa naturaleza. Entonces experimenta el sufrimiento y el placer en diversas formas de vida.»