El acto sexual es la fuente del aprisionamiento del alma en el cuerpo material.
El mayor beneficio que se puede conferir al hombre es el de educarlo para que se desprenda de la vida sexual, pues ésta perpetúa, vida tras vida, la existencia condicionada en la materia.
La civilización que no propugna ninguna restricción sexual debe considerarse degradada, pues crea un clima en el que es imposible que el alma escape de la prisión del cuerpo material.
El nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte son las características del cuerpo material, y estos cuatro sufrimientos se oponen a la naturaleza misma del alma espiritual. Pero mientras se alimente la atracción por el placer de los sentidos, el alma individual, distinta de Dios, se ve obligada a perpetuar el ciclo de muertes y renacimientos sucesivos, a reencarnarse en nombre del cuerpo material, que es un mero vestido sujeto a las leyes del desgaste.
Estas son las causas de la esclavitud a la materia.
Son las actividades dirigidas a la satisfacción de los sentidos y cuyo único propósito es complacer a la mente y a los sentidos, las que son la causa de la esclavitud a la materia. Mientras el alma se entregue a estas acciones egoístas, no dejará de reencarnarse de una especie a otra, y así sufrirá vida tras vida.
La verdad es que Dios no quiere que los seres vivos, las almas encarnadas, sufran. A veces nos preguntamos por qué el Señor Supremo ha creado este universo material, en el que los seres vivos, humanos, animales y vegetales, que están atrapados en él, tienen que sufrir tanto.
La verdad es que Dios, la Persona Soberana, no desea crear este universo material simplemente o con el único propósito de infligir sufrimiento a los seres condicionados. Lo crea sólo porque los seres vivos, las almas encarnadas, quieren experimentar los placeres que este mundo material puede ofrecerles.
Las razones del aprisionamiento del alma en la materia.
El Señor dice: «Si el alma está así aprisionada, es porque alimenta una falsa concepción de su identidad, y se toma a sí misma por la beneficiaria suprema. Es este falso ego en el ser vivo el que le obliga a experimentar el encarcelamiento dentro de la existencia material.»
La lujuria, la ira y la codicia son también las causas del aprisionamiento del alma espiritual encarnada y condicionada en el universo material. Deben ser rechazados.
No olvidemos que lo más importante e indispensable de la existencia es encontrar nuestra identidad espiritual.
La civilización actual está demasiado preocupada por el cuerpo material y sus comodidades, y nadie conoce el verdadero propósito del viaje de la vida, que es volver a Dios.
No sólo debemos sentarnos en un compartimento cómodo, sino también asegurarnos de que el tren se mueve en la dirección correcta. Dedicarse al bienestar del cuerpo material no aporta ningún beneficio real a largo plazo si significa olvidar el lado primordial e indispensable de la existencia, que es recuperar nuestra identidad espiritual perdida.