Si la mente se dirige de tal manera que no se deje fascinar por el brillo de la materia, el alma escapará a su condicionamiento. Bajo ninguna circunstancia debemos complacernos con los objetos de los sentidos, pues mediante un proceso de degradación nos enredan más y más en la existencia material. Entonces nos veremos arrastrados a un ciclo interminable de renacimientos y muertes, llamado reencarnación. Por lo tanto, la mejor manera de salir de este atasco es no ofrecer nunca nuestros pensamientos a nadie más que a Dios.
La mente es la causa del encarcelamiento del ser espiritual encarnado en la materia, pero también de su liberación. Absorbido en los objetos de los sentidos, aprisiona al ser. Separado de los objetos de los sentidos, lo libera. Concentrar la mente en Krishna, Dios, la Persona Suprema, trae así la liberación suprema.
¿Qué es lo que, incluso en contra de su voluntad, lleva al hombre a pecar como si estuviera obligado a hacerlo?
El Supremo Eterno responde: «Es la concupiscencia sola. Nacido en contacto con la pasión, luego transformado en ira, es el enemigo devastador del mundo y la fuente del pecado.»
Cuando el alma entra en contacto con la creación material, su amor a Dios se transforma, bajo la influencia de la pasión, en concupiscencia. Insatisfecha, esta concupiscencia se convierte en ira, y la ira en ilusión, gracias a la cual seguimos siendo prisioneros de la existencia material.
La concupiscencia es, pues, el mayor enemigo del ser vivo. Es lo que mantiene al alma pura atrapada en la materia.
La ira y sus secuelas son manifestaciones de la ignorancia, pero podemos utilizar la pasión para elevarnos a la virtud siguiendo ciertas reglas de la vida, en lugar de permitir que nos arrastre a la ignorancia. Así desarrollaremos el gusto por lo espiritual, que nos salvará de la decadencia de la ira.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, se despliega infinitamente, de modo que su dicha espiritual es cada vez mayor, y todos los seres contribuyen a esta dicha ilimitada.
Ellos también tienen algo de independencia, pero debido a que han hecho un mal uso de ella, porque han convertido su actitud devocional en un deseo de disfrute material, han caído bajo el dominio de la concupiscencia.
Dios es la Verdad Absoluta y el origen de todas las cosas. Por lo tanto, la fuente de la lujuria es también el Absoluto. Si la lujuria se metamorfosea en amor por Krishna, el Ser Supremo, es decir, en conciencia de Dios, que consiste en desear todo para Él, esta lujuria, al igual que la ira, se espiritualizará. Por lo tanto, la lujuria y la ira, cuando se utilizan al servicio de Dios, pasan de ser enemigos a amigos.