Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 372

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Cuando Dios inflige un castigo es siempre por compasión y misericordia, para salvar a un ser del infierno.

Cuando Dios inflige un castigo a una persona culpable de actos malvados o criminales, es para llevarla a la corrección, para hacerla entrar en razón y así hacerla consciente de sus errores. Estos castigos de Dios se basan en la compasión del Señor hacia la persona culpable, para salvarla de ir al infierno. Pero si el culpable no quiere escuchar a Dios actuando como quiere y no tiene en cuenta la misericordia del Señor, entonces irá al infierno por mucho tiempo.

Todo castigo o escarmiento divino tiene por objeto llevar al ser al arrepentimiento, a la penitencia, a un cambio radical de actitud, a ser mejor, a respetar y aplicar los preceptos, mandamientos y consejos de Dios y, finalmente, a permitir el borrado de las faltas cometidas a través del sufrimiento sentido. Debemos sufrir por nuestras fechorías pasadas; esto es un hecho irrevocable. Sin embargo, se minimiza el sufrimiento de quienes sirven a Dios con amor y devoción. Por ejemplo, en lugar de ser apuñalados como el destino quiere, podemos recibir sólo un dedo cortado. Así, se minimizan las consecuencias de las acciones pasadas de quien practica el servicio devocional y sirve al Señor con amor y devoción.

Krishna, Dios, la Persona Suprema dice: Te protegeré de las consecuencias de tus faltas.

No hagamos daño a nadie y amémonos los unos a los otros con amor incondicional, pero sobre todo, entreguémonos a Dios, obedezcámosle, hagamos sólo su voluntad, unamos nuestros intereses a los suyos y sirvámosle con amor y devoción. Esta es la perfección de la existencia.

El Señor, el Alma de todos los seres, es sereno, pacífico e imparcial hacia todos los seres.

El Señor Supremo está en el corazón de todos los seres sin excepción. Por lo tanto, Él no puede ser hostil o amigable con nadie, para Él todos los seres son igualmente importantes. Aunque a veces se le vea castigando a alguien, en realidad está actuando como un padre que castiga a su hijo por el bien de éste. El castigo del Señor es una manifestación más de su imparcialidad. Aunque el Señor tiene que ejecutar sus propósitos perfectamente, es ecuánime en todas las circunstancias y es justo con todos.

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