Logos 334
El Señor dice: «La fe y la determinación inquebrantables deben acompañar la práctica de la comunión con el Absoluto. El espiritualista debe desechar sin reservas todos los deseos materiales engendrados por el falso ego y así, a través de la mente, dominar la totalidad de los sentidos. Con firme convicción, debe elevarse gradualmente a través de la mente hasta la concentración perfecta, y así fijar su mente en el Ser Supremo, sin pensar en nada más. Dondequiera que se deje llevar por su naturaleza febril e inconstante, la mente debe ser ciertamente puesta bajo el control del ser espiritual. El espiritualista cuya mente está absorbida en el Ser conoce sin duda la felicidad última. Habiendo comprendido que es partícipe del Absoluto, ya está liberado; su mente está serena, sus pasiones están apaciguadas. Está libre de todo pecado. Establecido en la realización espiritual, purificado de todas las impurezas materiales, el espiritualista disfruta de la felicidad suprema que proviene de la unión constante con el Absoluto.»
Con su mente bien convencida, el hombre debe, por grados, alcanzar la etapa en la que cesa toda acción de los sentidos. Una vez que su mente está dominada por la certeza de la meta a alcanzar, por la meditación y por la cesación de toda acción de los sentidos, el espiritualista debe instalarse en la beatitud espiritual, donde desaparece todo peligro de volver a caer en el nivel material. En otras palabras, aunque uno está obligado, mientras exista el cuerpo, a permanecer en contacto con la materia, nunca debe entregar sus pensamientos a los placeres de los sentidos. La única satisfacción que uno debe buscar es la del Señor Supremo; esta búsqueda conduce a un estado perfecto, que se alcanza fácilmente mediante la práctica simple y directa de la conciencia de Krishna. Por naturaleza, la mente es inestable; vaga sin cesar de un pensamiento a otro. Si el hombre espiritualmente consciente la domina
en lugar de ser su esclavo, se convierte en el amo de la mente y los sentidos. De lo contrario, sigue siendo un esclavo de los sentidos. La conciencia de Krishna, que consiste en servir al Señor con los sentidos purificados, no sólo es el medio para dominar los sentidos, sino también la cima de la práctica de la unión con el Señor Supremo.
El ser conoce la plenitud perfecta cuando, una vez purificado del contacto de la materia, se absorbe en el servicio absoluto del Señor. Pero uno no puede permanecer en el nivel espiritual y absoluto si no logra fijar su mente en el Señor. Servir al Señor con constancia y amor puro, es decir, vivir en conciencia de Krishna, es estar libre del yugo de la pasión y lavado de la contaminación material. Realizar el propio ser espiritual es conocer la posición original y eterna de uno mismo en relación con Dios, saber que uno es parte integrante del Señor y que está hecho para servirle con amor y devoción. La constante unión espiritual con el Absoluto a través de este servicio se llama la perfección de la existencia.