Logos 83
El hombre inteligente debe reconocer al Señor como la fuente original de toda energía y alabarlo por las gracias que le otorga. La mera aceptación del Señor como el beneficiario supremo de todas las cosas, que es en verdad, permite alcanzar las alturas de la perfección.
Independientemente de la posición que uno ocupe en un régimen social determinado, quien se esfuerza por intercambiar un sentimiento de amor con la Persona Suprema, Dios, y se tranquiliza con sus bendiciones, experimenta inmediatamente la mayor paz interior, que ha codiciado durante innumerables existencias sucesivas. Esta paz interior, que corresponde al estado sano y normal del ser interior, sólo puede alcanzarse cuando la mente se ha establecido en el servicio del amor absoluto ofrecido al Señor. Dios inviste a las almas espirituales, sus partes integrantes, con poderes específicos a través de los cuales le servirán, al igual que un gran magnate de los negocios concede a sus hijos poderes especiales dentro de su empresa. Los hijos que obedecen a su padre y nunca van en contra de su voluntad, disfrutan de una existencia de lo más tranquila al cooperar así con el cabeza de familia. Del mismo modo, el Señor es el padre de todos los seres. Les corresponde cumplir perfectamente con su deber según la voluntad de su padre, como harían los hijos leales. Esto garantizará la paz y la prosperidad del hombre.
Logos 84
Cuando apareció la primera emanación de Dios, se manifestó entonces el principio de la creación material, seguido por el tiempo y luego por los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia, que representan la naturaleza material y se transforman en acción.
Por la omnipotencia del Señor Supremo, toda la creación material evoluciona a través de transformaciones en un proceso de reacción en cadena, y por la misma omnipotencia divina, estas manifestaciones se transforman de nuevo por el proceso inverso para finalmente regresar al Cuerpo del Señor donde permanecerán.
El tiempo es sinónimo de naturaleza material y corresponde a los principios de la creación material manifestados tras su transformación. Así, el tiempo puede considerarse la causa principal de toda la creación. La transformación de la naturaleza material da lugar, pues, a la acción material en sus diversas formas. Esto puede identificarse con el instinto natural de todo ser vivo e incluso de los objetos inertes. Luego, cuando la acción se ha manifestado, da lugar a su vez a diversos productos y subproductos de la misma naturaleza. Todas estas manifestaciones tienen su origen en el Señor Supremo. Dios es la fuente original de todo lo que existe y la causa primordial de todas las causas.