Logos 80
El hombre debe alcanzar la realización espiritual y renovar su vínculo con Dios. La vida humana ofrece la posibilidad de que las almas encarnadas y condicionadas por la materia que somos recuperen su conciencia espiritual eterna y completen así la misión de la existencia.
El reino de Dios no conoce límites, pues es infinito, y también lo es el número de intermediarios que asisten al Señor en sus obras. Hay miríadas de galaxias con un número infinito de planetas, pero todos ellos, sin excepción, son lugares de sufrimiento donde se sufre el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte, todo ello inherente a este mundo material.
El Señor enseña que ni siquiera el planeta más alto de la galaxia puede considerarse un lugar de felicidad perfecta. Más bien, la verdadera felicidad se encuentra en el reino de Dios, donde nadie sufre las penas de la existencia material.
La forma humana no es para el placer de los sentidos sino para la realización espiritual.