Logos 60
Cuando la espiritualidad decae en la tierra, el Señor Supremo envía a sus dignos hijos, sus íntimos servidores.
La aparición de tales seres en la tierra tiene una sola causa, un solo propósito, cumplir la misión del Señor Supremo. El deseo del Señor Supremo es ver a todas las almas encarnadas condicionadas por la materia, que vagan por la creación material, encontrar su lugar con Él, para volver a su morada original, situada en Su reino eterno. Les ayuda dándoles escritos espirituales y absolutos, enviándoles a sus dignos hijos, servidores íntimos y a su representante, el maestro espiritual. Las escrituras sagradas, sus hijos, los sabios y el maestro espiritual muestran una pureza absoluta, en la que ninguna influencia material puede arrojar la más mínima mancha. Y si ocurriera que un materialista rígido tratara de destruirlos por medio de la insensatez, entonces la protección de Dios se extiende a ellos.
Está escrito: «La sociedad actual necesita la ciencia de Dios para el alivio de la humanidad que sufre en todas partes, y simplemente pedimos a los líderes de todas las naciones que acepten esta ciencia para su propio bien, para el bien de la sociedad y para el bien de toda la humanidad.»
El verdadero hijo, siervo íntimo de Dios, se complace en llevar a la humanidad a desarrollar su espiritualidad, y se asegura de que cada ser humano ponga a Dios en su mente y en su corazón. Los dignos hijos y los íntimos servidores de Dios se complacen en revelar a los seres humanos el conocimiento de Dios en su forma real y original, la verdad existencial, en difundir su pura enseñanza divina, para el bien de toda la humanidad, y en conducir así a todos los seres humanos hacia Dios.
Logos 61
Sólo las almas puras pueden ver y admirar la forma personal, original, absoluta y eterna del Señor Supremo, Krishna.
El Señor nunca es impersonal, es decir, sin forma, como creen los creyentes en la tierra. Él es Dios, la Persona Suprema y Absoluta, y el servicio devocional le permite a uno verle cara a cara, un privilegio que de otro modo sigue siendo bastante imposible incluso para los habitantes de los planetas superiores. El Señor rara vez se aparece a los ojos de los seres celestiales, mientras que los habitantes de las regiones santas, mediante una devoción pura y libre de toda contaminación material, acción interesada o investigación filosófica empírica, obtienen la gracia de contemplarlo cara a cara. Esta gracia es la condición original y natural de todo ser vivo, que sólo puede recuperarse mediante el servicio amoroso y la devoción. Dios, el Bien supremo, al crear el universo, ha establecido un plan perfecto en beneficio de todos los que hacen el bien.
Que sigan, les aconseja el Señor, sus perfectas instrucciones y encontrarán el éxito en todas partes. Que no adoren a ninguna otra deidad, porque el Señor es todopoderoso, y sobre aquel que logra satisfacerlo, Él puede derramar todas las