Logos 58
Las leyes divinas no sólo tienen autoridad en todo el cosmos material, sino que prevalecen sobre las leyes humanas.
Nadie puede alterar las rigurosas leyes de la naturaleza, ya que actúan bajo la dirección de Dios, la Persona Suprema. De hecho, los seres vivos permanecen eternamente subordinados al Señor Todopoderoso. Todas las leyes que rigen la existencia del hombre fueron establecidas por el Señor. Todos debemos seguir sus caminos y obedecer sus mandatos. La adhesión a este camino divino aporta satisfacción material y espiritual a todos. Mientras permanezcamos en el cosmos material, o más exactamente en un planeta de una galaxia material, es nuestro deber seguir las instrucciones del Señor, y si Su gracia nos permite liberarnos de la materia, entonces podemos, en el estado liberado, seguir sirviéndole con amor y devoción.
Nuestra condición material no nos permite ver al Señor, ni siquiera conocer nuestra verdadera identidad, porque estamos privados de la visión espiritual. Si tomamos la iniciativa de abandonar el materialismo, encontraremos nuestra verdadera forma espiritual original. Entonces podremos ser conscientes de nuestro verdadero ser, y nos será posible ver al Señor, cara a cara.
Logos 59
El Señor Supremo da protección a todos los seres, porque Él es el Guía Supremo de todos. Su superioridad sobre los demás está marcada por el hecho de que Él, la Única Persona Divina, provee a todos. Por lo tanto, quien lo conoce puede alcanzar la paz eterna.
El Señor da así protección a los seres de varios niveles a través de sus múltiples energías. Pero Sus devotos puros están protegidos por Él mismo, por Su misma Persona. Ver nacer un alma pura en su seno es una gran fortuna para cualquier familia, pues su presencia asegura que los ascendientes y descendientes, a lo largo de cien generaciones, se liberarán, por la gracia del Señor, como muestra del respeto que Él muestra a su devoto más querido. Por lo tanto, el mayor beneficio que uno puede otorgar a su familia es convertirse en un devoto puro del Señor.