No somos el cuerpo de materia en el que residimos, sino el alma que está ahí, la que le permite vivir y moverse. Cada uno de nosotros es en realidad un alma espiritual, y Krishna es el Ser Supremo de quien Todo emana.
Este es el comienzo de la educación espiritual.
Cada uno de nosotros es un alma espiritual eterna y no el cuerpo material denso en el que residimos durante una sola vida en este mundo material.
En realidad, el alma tiene el tamaño de una diezmilésima parte de la punta de un cabello, porque es un átomo espiritual. Ella es auto luminosa, porque de su cuerpo espiritual emana un resplandor que la envuelve, dándole la apariencia de una bellísima bola luminosa, de blancura inmaculada. Por eso verlo es una auténtica maravilla.
Sólo el alma espiritual ilumina, desde la conciencia, todo el cuerpo. La conciencia es la prueba concreta de la presencia del alma en el cuerpo.
La conciencia es una manifestación del alma, el principio mayor, la esencia del alma espiritual, la energía principal del alma, es el alma misma. El alma está presente en el corazón del ser vivo, del ser celestial, del ser humano, del animal y del vegetal, es la fuente de todas las energías que sostienen el cuerpo, cualquiera que sea su naturaleza. La energía del alma se difunde por todo el cuerpo, tal es la conciencia, y es gracias a esta última, difundida por todo el cuerpo, que el alma manifiesta su omnipresencia en el cuerpo en el que se encuentra y que la mantiene viva por sus fuerzas vitales. fuerza. La conciencia es también la percepción que tenemos de nosotros mismos, la que nos permite decir «yo soy».
El alma es conciencia pura que se expresa. Es la fuerza vital, el principio activo que permite al cuerpo vivir y moverse. Ella es el Yo real, el Yo consciente y el Ego real. La verdadera memoria espiritual, así como la verdadera inteligencia, son otros dos grandes principios del alma, porque es en ella donde se encuentran y en ningún otro lugar. Le da al cuerpo su belleza y vida.
La verdadera inteligencia, mente y conciencia en su forma pura son inherentes al alma espiritual distinta de Dios. Esto nos permite afirmar con total certeza que el cerebro del cuerpo material no es el centro de la inteligencia, y que es la conciencia del alma la que determina la inteligencia de sus actos.
Situado en el corazón, distribuye su energía por todo el cuerpo. Las células sanguíneas, que transportan el oxígeno almacenado en los pulmones, obtienen su energía del alma. Por eso la sangre deja de circular y de cumplir sus funciones tan pronto como el alma abandona el cuerpo.