El sufrimiento es útil y necesario.

El sufrimiento vinculado a los actos culpables tiene un doble origen: los actos en sí, pero también los cometidos en vidas anteriores.

El origen de los actos culpables suele ser la ignorancia. Pero ignorar que un acto es culpable no significa que, si se comete, se eviten sus consecuencias indeseables, que dan lugar a otros actos culpables. Aquí, entonces, hay faltas y sufrimientos que hunden vida tras vida en el dolor al alma condicionada. Sufre en su vida presente las consecuencias de actos cometidos en su vida anterior y se prepara, con sus actos presentes, para nuevos sufrimientos en el futuro.

Nuestras acciones pasadas nos abruman hoy, y nuestras acciones presentes nos preparan para el sufrimiento futuro. Pero esta cadena puede romperse repentinamente para aquel que adopta la conciencia de Dios y le sirve con amor y devoción. Esto significa que el servicio de amor y devoción ofrecido al Señor es capaz de reducir a nada nuestros pecados y todas las impurezas.

El sufrimiento es útil y necesario, porque permite, a través del dolor sentido, saber qué pensamientos, palabras y acciones maliciosas generan, y así tomar la firme resolución de no volver a hacer el mal en ninguna forma, a personas, humanos, animales. y plantas.

El sufrimiento es útil y necesario porque permite reducir la masa de actos pecaminosos acumulados durante todas nuestras vidas anteriores y borrar los pecados inherentes a estos actos malévolos o incluso criminales.

El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite tener una idea precisa del dolor que siente la persona a la que hemos herido en nuestra vida anterior, siendo luego indiferentes a los gritos que emitió. También nos permite saber «que lo que hemos hecho nos lo harán a nosotros».

El sufrimiento es útil y necesario, porque permite tomar conciencia de los propios actos malos, hacer penitencia, arrepentirse, pedir perdón, volverse a Dios, respetar y aplicar definitivamente los preceptos, leyes y mandamientos divinos.